Durante toda la semana se ha realizado, en la Universidad de La Serena y en el centro científico CEAZA, el curso de capacitación “Biodiversidad Microbiana Nativa y su potencial para el fortalecimiento de una agricultura sustentable”. En la actividad han participado especialistas del área de la biología de México, España, Alemania y Chile.
A través de esta instancia se ha dado a conocer a estudiantes del área de la biología y agronomía, entre otros profesionales, el uso de microorganismos como bacterias para potenciar el crecimiento de cultivos (biofertilizantes), de la misma forma en que lo hacen los agroquímicos, pero sin los riesgos de salud y contaminación asociados a estos últimos.
La dra. Maribel Parada, académica e investigadora de la Universidad de la Frontera y una de las asistentes a la capacitación, considera la difusión de estas técnicas muy necesaria, en vista de la falta de información que hoy existe en relación al ingreso de los biofertilizantes al país y del excesivo uso de agroquímicos.
“No conocemos la información a nivel nacional de lo que se refiere a biofertilizantes, empresas presentes en el país, que producen, distribuyen. Si revisamos en la información de ODEPA o del SAG, ellos tampoco tienen la información, porque en Chile no se registra nada sobre estos productos. O las cantidades de productos que ingresan se registra muy poco a diferencia de otros”.
Según la científica en este momento existen productores nacionales de biofertilizantes, pero trabajan sin las condiciones adecuadas ni regulación. Advierte que aunque sean personas especialistas en microbiología las actuales condiciones de producción son poca serias, peligrosas y sin control.
“No existe legislación para productos biológicos. Todo ellos se regulan hoy en Chile por decretos o regulaciones de fertilizantes químicos. En este momento un producto biológico, como bacterias, se rige por las mismas leyes que para el nitrógeno, azufre u otro producto químico”, afirma.
Retos de la biofertilización
Asegura que existe mucho desconocimiento en torno a cómo pueden ayudar los microorganismos. Según Parada a Chile entran muchos productos certificados en el extranjero pero que no funcionan porque las condiciones de un lugar a otro varían mucho.
“En Australia hace más de 20 años que no se ocupan fertilizantes químicos, por lo que si tu utilizas cualquier biofertilizante u otro microorganismo va funcionar en toda su potencia porque no tiene que lo inhiba. Si tú traes ese producto a Chile no va a funcionar, porque nuestros suelos están hasta el tope con productos químicos”.
Asevera que de seguir utilizándose agroquímicos en exceso vamos a matar a toda la microflora del suelo, lo que ya estaría ocurriendo.
“Ya se escucha gente que dice que los suelos no producen como esperan y por eso le ponen más químicos. Lo que debemos hacer es recuperar la microflora, lo que no es rápido. Puede demorar entre 3 a 5 años. Tenemos que ir reduciendo la fertilización química. Nuestro objetivo no es eliminarla. Sabemos que tenemos que convivir con ella, pero debemos bajarlas también por el tema de salud pública y de contaminación de aguas”.
El dr. Víctor Olalde, especialista en microbiología de suelo del CINVESTAV de México, coincide con Parada en que se debe reducir el uso de agroquímicos, junto con enseñar a los profesionales en formación del área todo lo relacionado con el manejo de la biodiversidad microbiana utilizada en biofertilizantes.
“En en el centro de México, Guanajuato, hemos logrado que dos cultivos se produzcan básicamente sin agroquímicos, fresas y ají, casi orgánicos. Por ejemplo, aplicamos pequeñas cantidades de boro, potasio y molibdeno, porque los microorganismos no los producen y los suelos son deficientes en ese sentido. Si no se aplican esos químicos se caen las flores o los frutos antes de tiempo. También hay algunos casos en que no estamos aplicando ningún pesticida”.
El investigador aclara que este tipo de tecnología también mejora los precios de los productos. “Los americanos pagan hasta 30% más por productos de esta naturaleza. Además, bajamos los costos. La gente piensa que esto del uso de microorganismos es más caro, pero es todo lo contrario”.
Cambio de mentalidad
“Yo le he preguntado a agricultores de papa que fertilizan con químicos cuanto sacan de su cosecha para su autoconsumo y la respuesta ha sido ‘¡¡Estás
loco!!. ¿Tú crees que voy a comer eso que le estoy aplicando?’. En el caso de las bacterias utilizadas en biofertilización, estas son inocuas, no le hacen nada a nadie”, señala Olalde.
Establece que es muy importante dar a conocer estos nuevos conocimientos para cambiar la mentalidad en relación al uso de las bacterias, para que tanto los estudiantes del área, agricultores y la gente comprenda que “no todas las bacterias son dañinas”.
“Ahora se está desarrollando la exposición agroalimentaria más grande de Irapuato, Guanajuato. Allí yo llevo placas y lo primero que le digo a la gente es ‘mire, la mayoría de los microbios en el mundo son buenos para el hombre. ¿O no toma yogurt o vino; o no come quesos o pan, que utilizan en su proceso de elaboración bacterias?’.
Plantea que el cambio de conciencia tiene que venir desde las escuelas de agrónomos, porque normalmente estos profesionales están formados en una agricultura de químicos “la revolución verde”. “Semillas mejoradas, mucho uso de agua y de pesticidas. Hay que ir cambiando esa mentalidad en los técnicos y después en el agricultor y la gente”.
El curso de capacitación fue organizado por el laboratorio de microbiología aplicada del Centro Científico CEAZA y apoyado por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), Universidad Politécnica de Pénjamo (UPP), Consejo Superior de Investigaciones Científicas – CSIC, Universidad de La Frontera (UFRO), Universidad de La Serena (ULS), Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), Gobierno Regional de la Región de Coquimbo.
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