Esta frase, de una persona de Huatacondo en la Región de Tarapacá, reflejaría la historia de toda la sociedad humana, incluyendo las que sobrevivieron en el desierto de Atacama, asegura el Dr. Calogero Santoro, jefe de la línea de Arqueología y Antropología del Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto (CIHDE) y científico del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá, en Arica.
El especialista efectuó la charla “Sociedad y Medio Ambiente, el Desierto de Atacama y su Milenaria Historia Cultural”, basado en investigaciones realizadas por su equipo y por el trabajo interdisciplinario con colegas de la Pontificia Universidad Católica y Universidad de Chile en el asentamiento de Quebrada Maní, ubicado en el Desierto de Atacama, Región de Tarapacá. La presentación se realizó en las dependencias del Dpto. de Biología, Universidad de La Serena, con motivo de su visita al centro científico CEAZA. Ambas instituciones, CIHDE y CEAZA y de estas universidades regionales, buscan establecer nuevos lazos de cooperación tanto en los ámbitos científico, de docencia y difusión.
Según el especialista, los estudios paleoambientales han mostrado la existencia de ciertos periodos con mayor disponibilidad de agua, que las actuales, en el Desierto de Atacama, como ocurrió durante la transición Pleistoceno –Holoceno, (17.500 – 9.500 años antes del presente), debido a un aumento en la cantidad de lluvia en la cordillera. Estos fenómenos climáticos provocan una reactivación de todo el sistema hidrológico, alcanzado hasta la costa.
“Junto con el agua, llegan plantas, animales y con ello los humanos. Lo interesante de esta situación es ver cómo funcionaron las sociedades humanas durante los períodos de bonanza, en estos sectores, y que pasó en los momentos de estrés hídrico. ¿Hubo realmente abandono? o ¿existió un reacomodo de la sociedad y una articulación distinta de esos territorios? Eso no lo sabemos. Una de las explicaciones que hoy tenemos a modo de hipótesis, es que la gente simplemente se ubicó en otros lugares y utilizó el desierto como espacio de tránsito y no de habitación permanente. Lo que significa que no habría existido un abandono total”, señala el científico.
El Dr. Santoro explica que una de las características de los primeros habitantes del Desierto de Atacama es que siempre tuvieron una vinculación con la costa, desde donde habrían traído comida y otros elementos para el desenvolvimiento de la vida de estas sociedades. Añade que en la medida que el estrés hídrico se hizo más notorio, hacia mediados del Holoceno (después de lo 9,500 años antes del presente), los grupos humanos se habrían trasladado hacia la cordillera, donde había más agua y, por ende, más recursos.
“Lo que creemos es que articulando recursos de distintos sectores altitudinales pudieron permanecer y hacer frente a condiciones que se hicieron por largos periodos tanto o más estresantes, hídricamente, que las actuales”.
Adaptabilidad a las circunstancias
Según los antecedentes que maneja el arqueólogo, el éxodo de estos antiguos pobladores del Desierto de Atacama habría sido paulatino, porque los recursos se habrían acabado poco a poco, de tal manera que la ocupación o el uso de espacios, como Quebrada Maní, se habrían convertido en hábitat de uso intermitente.
“A lo mejor ocurrían lluvias importantes cada veinte o treinta años, como sucede hoy día, pero la intensidad y recurrencia de estas fluctuaciones deben ser dimensionadas también. Por otro lado, tenemos que ver, arqueológicamente que hizo la gente ante esas circunstancias”.
Asegura que en esa época, la sociedad del Desierto era, posiblemente, más flexible. Es decir, ante condiciones adversas eran capaces de moverse rápidamente hacia otros lugares algo más benignos. “Esta situación era posible porque sus comunidades no eran tan complejas, y por lo tanto les permitía tener respuestas adaptativas más eficientes”. Este tipo de supuestos, son parte de los desafíos de la investigación, añade.
Otro supuesto que habría ayudado a la sobrevivencia habría sido la colaboración social. De esta manera, ejemplifica, si existía un grupo con mal pasar en un sector, este migraba donde había otra comunidad que los recibía. “Hay una suerte de colaboración que permite resolver el impacto de problemas de estrés hídrico que típicamente afectan al Desierto. Lo otro es que las comunidades se hayan peleado por los recursos. Pero esto último no es lo que vemos en los vestigios arqueológicos, que han analizado otros equipos de investigación. Es decir, no habrían existido grandes enfrentamientos por estas razones”.
Poblamiento anterior a Monte Verde y colaboración interdisciplinaria
En el tema del poblamiento de esta parte del mundo, las investigaciones muestran hasta ahora dos grandes momentos de actividad: los primeros vinculados al poblamiento de Sudamérica, y el segundo ligado al surgimiento de aldeas agrícolas, desde hace dos o tres mil años atrás.
“Estamos tratando de encontrar información arqueológica sincrónica con el primer periodo de agua en el Desierto de Atacama, que antecede a los habitantes de Monte Verde, cerca de Puerto Montt, que data de hace catorce mil quinientos años. Dado que en el Desierto existían condiciones para que hubiese un poblamiento más temprano, si la gente pasó y se estableció en este sector de Sud América, solo tenemos que encontrarlos, lo que constituye un gran desafío. Puede, también, que no hayan pasado por aquí y es otro aspecto que estamos tratando de dilucidar”.
El Dr. Santoro es un convencido de que para lograr avances en su área y en toda la ciencia, es necesario el trabajo interdisciplinario. Razón por la que considera de gran relevancia el trabajo que ha logrado con sus colegas de otras áreas del conocimiento, como geología o la palinología a través del Dr. Antonio Maldonado, investigador del CEAZA.
“El trabajo de una sola disciplina puede tener un impacto, pero siempre quedarán muchos cabos sueltos, preguntas sin responder, por lo que el trabajo que hacemos, particularmente, con Antonio es importante, ya que es la otra manera de tener una idea de cómo era el paisaje, visto desde la palinología, que es su especialidad. Así también se suman los aportes de los geólogos, paleoecólogos. Cada uno de ellos contribuye a comprender la complejidad de lo que pasó en el pasado y de esa manera tratar de explicar mejor lo que ocurrió con las sociedades humanas”.
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