Cerca de un centenar de personas de la región, entre escolares, agricultores e interesados de diversas ocupaciones y edades, participaron durante el año 2015, en las diferentes etapas de desarrollo del proyecto “Eficiencia Hídrica: El cultivo de la quínoa como una alternativa a la escasez hídrica”. Iniciativa del programa de ciencia ciudadana del CEAZA que buscó aunar la colaboración entre científicos y ciudadanos.
El informe final de este trabajo, que incluyó, entre otras cosas, la capacitación de personas para la ejecución de un experimento agrícola, detalla los alcances y resultados de este proceso que se extendió por cuatro meses. Dicho ensayo consistió en la comparación de dos variedades de grano de quínoa bajo régimen de riego distinto, en una parcela de 12,5 m2 donde las personas monitorearon los estados fenológicos del cultivo (estados de crecimiento) para conocer su adaptación a los diferentes microclimas de la región y su resistencia a la aridez.
Paloma Núñez, encargada del programa de ciencia ciudadana del CEAZA, plantea que este modelo innovador evidencia la aplicabilidad de la ciencia ciudadana en la agricultura y educación, con un gran potencial en la zona y donde todos pueden aportar desde sus localidades.
“Entre los resultados proporcionados por los científicos ciudadanos de la región, surge la idea de que la quínoa es un cultivo eficiente en términos de uso del recurso hídrico. Pero que aun así, requiere de cierta frecuencia en el riego. Ello quedó demostrado en los experimentos que se regados una vez a la semana, pues tuvieron un mejor crecimiento y obtuvieron un grano duro”, señala Núñez.
Pilar Aguirre, directora de Tierra y Valle de Los Niños de Pisco Elqui (una de las organizaciones participantes que completó el experimento), comenta que fue muy interesante lo ocurrido en el proceso, ya que vieron una motivación muy fuerte de parte de los niños durante todo el desarrollo del experimento, interés que los tuvo atentos al crecimiento de las plantas.
Enfatiza que “realmente estaban pendientes del proceso de cultivo y lo más interesante para ellos fue cuando empezaron a ver que las plantas que se regaban cada 15 días versus a las que se regaban una vez por semana, tenían una diferencia, o sea aprendieron en la práctica que el agua ejercía una influencia en el desarrollo de la planta”.
Según el Dr. Rodrigo Álvarez, integrante del CEAZA y colaborador del programa, la quínoa es un cultivo que todavía es muy salvaje. Por ello, señala, aún se hace necesario domesticarla.
“Existen más de cincuenta genotipos en Chile y es importante conocer cuál de todos ellos se da mejor en un ambiente determinado. Además, se tiende a pensar que a medida que el cultivo se adapta a un lugar, de alguna forma, lo vamos domesticando. Entonces siempre es relevante seguir investigando y verificando otros aspectos”, explica el investigador.
Paloma Núñez, agrega que la quínoa se puede cultivar desde la zona costera (orilla de playa) hasta la cordillera. “Mientras más lugares existen con plantación de quínoa habrán mejores datos para saber cómo se adaptan estas variedades de plantas a estas zonas”, asegura.
“En la Región de Coquimbo tenemos muchos microclimas, valles, zonas donde se desarrolla la agricultura y que se diferencian unos de otros. Entonces, estandarizar con un ecotipo para toda la región quizás no es viable. Por esto tenemos que estudiar cómo se dan diferentes variedades en los diversos microclimas de la región, asociado a la escasez hídrica. De esta forma, podemos generar conocimiento que ayude a la toma de decisión a largo plazo”.
En esta primera instancia del proyecto participaron la Escuela del Espinal de Río Hurtado; Escuela Teresa Cannon de Barroilhet de Quilimarí, Los Vilos; y la Organización Tierra y Valle de Pisco Elqui. Además, colaboraron los representantes de la mesa rural de Combarbalá, agricultores del Romero y Horcón que ofrecieron el patio de sus casas para realizar este experimento. También aportó la Sociedad Medioambiental y de Turismo de Huentelauquén; agricultores y camaroneros de Tunga Norte en Illapel.
Proyección de la ciencia ciudadana agrícola
Paloma aclara que todos los programas de ciencia ciudadana son a largo plazo. Por ello este año repetirán el experimento. De esta forma, esperan generar más información de este pseudo cereal que se dejó de cultivar en la zona hace muchos años atrás.
“Este año invitamos a todas las personas, organizaciones, escuelas que quieran conocer el cultivo de quínoa y aportar a la ciencia. Esta es una oportunidad para experimentar, conocer e interactuar entre la ciencia y las comunidades que están en áreas rurales y urbanas de la región”.
Los requisitos para participar son: contar con un terreno de 7 x 4 metros, disponibilidad de agua para riego y, por sobre todo, el compromiso de reportar datos de crecimiento y rendimiento durante y al final del experimento.
Las personas interesadas en participar en esta segunda temporada deben escribir al correo ciencia.ciudadana@ceaza.cl. Los inscritos recibirán un kit de quínoa que está compuesto por un manual del científico ciudadano, dos variedades de semilla y elementos que ayudan a identificar de mejor forma su parcela experimental. Deben considerar además que el período de trabajo total, desde la siembra hasta la cosecha, es de cuatro meses y su reporte se realiza vía web mediante la plataforma de registro fenológico.
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