Por cerca de dos meses se extenderá la práctica profesional que efectúan los alumnos Danae Bravo, Marco Cabrera y Benjamín Briones egresados de 4° año medio de la Escuela Familiar Agrícola Valle de Elqui en el centro científico CEAZA. En este periodo los estudiantes, apoyados por los profesionales de la institución, tendrán la posibilidad de aprender acerca del quehacer de un laboratorio científico vinculado a la agricultura, así como también, métodos de cultivo de quínoa. Al término de esta etapa, los alumnos podrán titularse de técnico agrícola.
La incorporación de los estudiantes al CEAZA, forma parte de la labor del Programa de Transferencia del Conocimiento Científico de la organización de investigación y que se ha cimentado con diversas colaboraciones a lo largo de casi una década con ese establecimiento educacional. De esta manera, se busca fortalecer las competencias y capacidades del capital humano egresado asociado al sector. En este contexto, cabe mencionar el paso de dos practicantes en la corporación de investigación ya egresadas y tituladas entre 2015 y 2016, quienes además se encuentran actualmente cursando estudios superiores.
A su vez, el esfuerzo de los adolescentes se enmarca en el proyecto “Fortalecimiento y Desarrollo de Centros Regionales Científico y Tecnológico 2016”, financiado por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT) y ejecutado por el CEAZA. Dicha iniciativa busca realizar intervenciones territoriales en la zona precordillerana, valles transversales e islas costeras con el objetivo de mejorar el desempeño de las comunidades en los ámbitos social, ambiental y productivo.
El proyecto se divide en tres grandes líneas de trabajo, de ellas, la número dos denominada “Microorganismos para una agricultura sustentable”, es la que se relaciona con el sector agrícola y en la que los estudiantes se desempeñan, bajo la supervisión de la Dra. Alexandra Stoll, investigadora CEAZA a cargo de esa línea.
En ese ámbito, dos de los estudiantes aprenden acerca del trabajo en el laboratorio de microbiología aplicada, y un tercer alumno, adquiere conocimientos sobre el cultivo de la quínoa a nivel productivo y experimental. Todos ellos son tutelados por profesionales e investigadores del centro, quienes los orientan y les enseñan los procedimientos necesarios para el adecuado desarrollo de los estudios científicos.
Experiencia de los estudiantes
La posibilidad ha permitido a los jóvenes adquirir nuevos conocimientos relacionados con el uso de nuevas tecnología para el mejoramiento de diversos cultivos comerciales. El entusiasmo ha sido tal que Marco Cabrera, quien desarrolla su práctica en quínoa, ya manifestó su interés de ampliar su práctica por cuenta propia, porque le interesa llegar hasta la etapa final del proceso en el que se encuentra trabajando actualmente.
“Me interesa aplicar todos mis conocimientos, aprender todo lo posible y poder terminar el proceso del cultivo de la quínoa”, puntualiza y añade que “he aprendido mucho sobre el cultivo de la quínoa, a ocupar distintos instrumentos de laboratorio, saber cómo cotizar los insumos a ocupar, entre otros”.
El estudiante comenta además que seguirá la carrera de técnico agrícola nivel superior y posteriormente, continuará con ingeniería agronómica.
Por su parte, Danae Bravo, comenta que le gusta mucho aprender sobre los métodos que se usan para estudiar la naturaleza y cómo cada ser vivo cumple una función perfecta dentro de su ecosistema. “Encuentro fascinante la investigación y la visión que apunta a una sociedad más sustentable y respetuosa con cada microorganismo y componente del hermoso hogar que es nuestro planeta”, asegura.
Agrega que “espero me ayude a poner a prueba mis habilidades y gusto por la ciencia, aprender de especialistas y vivir una experiencia que es privilegiada y entretenida. La ciencia es muy importante y requiere de seriedad, pero disfruto el proceso de una manera divertida y emocionante”.
En tanto, su compañero de práctica y laboratorio, Benjamín Briones, relata que está preparando un ensayo de hongos y bacterias en lechugas para ver cómo afectarían su crecimiento y producción. “He aprendido cómo funciona un laboratorio y cómo es el ambiente de un lugar con profesionales. Cosas como aislar bacterias y hongos, que de niño me parecían muy llamativas”, sostiene.
Danae y Benjamín detallan que han aprendido a preparar medios para cultivo de hongos y bacterias, rayado de bacterias, siembra de hongos y preparación de las placas, aplicación de solución de bacterias en terreno, medición de parámetros experimentales, entre otras. Asimismo, han participado en reuniones semanales con equipo del laboratorio.
La profesora encargada de la coordinación de prácticas del Liceo Agrícola, Claudia Hicks, relata que “la escuela ha avanzado en la proyección de sus estudiantes, abriendo nuevas expectativas en otras áreas como por ejemplo área científica. Despertando el interés entre los estudiantes en la pedagogía, biología marina y otras especialidades para que continúen sus estudios”.
En este ámbito el trabajo con CEAZA les permite, según la docente, que los estudiantes demuestren las competencias adquiridas en los cuatro años de enseñanza, según el perfil de egreso, y que adquieran nuevos conocimientos.