A través de “Ingeniería Ecológica” se busca reducir el impacto que estas construcciones pueden generar sobre las comunidades ecológicas.
Un reciente estudio publicado por el journal “Ecological Engineering” muestra que estructuras artificiales, como los rompeolas, utilizados para proteger construcciones a orillas del mar generarían trastornos como empobrecimiento de especies en los hábitats naturales costeros, dominancia de otras, basura y plagas, entre varios más.
Según explica el autor del trabajo, Dr. Moisés Aguilera, investigador de la Universidad Católica del Norte y asociado al Centro Científico CEAZA, las partes del ecosistema que más se pueden ver afectadas por este tipo de intervención son los sectores inter y submareales, dunas y humedales costeros, cuando se instalan sobre ellos, advierte.
El Dr. Aguilera enfatiza en que el aumento de este tipo de construcciones resulta en pérdida o reemplazo de porciones importantes de hábitats costeros naturales debida a su emplazamiento.
“Esto puede alterar la estructura y funcionamiento de los ecosistemas costeros donde se emplazan. Además, debido a que estas estructuras pueden servir de “corredores” para la expansión/proliferación de especies exóticas, es posible que la presencia de estas estructuras a lo largo del país puedan acelerar la expansión de especies que las usan como hábitat”.
Asimismo, señala que debido a la acumulación de basura y desperdicios que se producen en estas estructuras y a que favorecen la presencia de roedores, podrían servir de “corredores” para la proliferación de enfermedades asociadas a estos vectores y/o asociadas a la presencia de desperdicios de distinto origen.
“En la Región de Coquimbo existen en diversos lugares, especialmente asociado a caletas de pescadores, muelles y puertos; específicamente en Coquimbo una de las estructuras más grandes se encuentra en el borde costero del puerto en La Herradura”, asegura el especialista.
Mitigación del impacto
El científico señala que existen variadas aproximaciones que se están estudiando para reducir el impacto que estas estructuras pueden generar sobre las comunidades ecológicas y que están asociadas a la especialidad denominada “Ingeniería Ecológica”, que aborda la rehabilitación de los ecosistemas donde estas estructuras se han emplazado.
“Se están desarrollando diferentes estudios alrededor del mundo, incluido Chile, con el fin de aumentar artificialmente la presencia de microhábitats como presencia de pozas, grietas, etc., y mediante el transplante de ‘especies formadoras de hábitat’ como huiros, bancos de mitílidos o choritos, en las estructuras artificiales como los rompeolas de granito y murallas de concreto o molos de abrigo”.