Un reciente trabajo de investigación sugiere que la migración hacia el sur del anticiclón del Pacífico, el calentamiento de la superficie del océano y su desoxigenación, junto a cambios en otros eventos físicos y biológicos, provocados por las modificaciones que está sufriendo el clima, podrían influir en el incremento de la conectividad física entre la Isla Sala y Gómez y Rapa Nui; y entre los archipiélagos Juan Fernández y de las Desventuradas.
“Los estudios de ensambles de peces han revelado vínculos más fuertes entre las Islas Desventuradas y las del Pacífico oeste más que con la costa de Sudamérica. Por lo tanto, las Islas Desventuradas parecen estar vinculadas a la Isla Salas y Gómez y más allá de Rapa Nui, por medio de una extensa cadena de montes y volcanes submarinos que parten frente a Perú con la dorsal de Nazca y continúan con la dorsal de Salas & Gómez hacia el oeste, formando una cordillera submarina que podría actuar como un corredor biológico, facilitando la conectividad entre sistemas insulares”, se explica en el estudio.
El hecho pareciera netamente científico, pero cambia su cariz cuando se sabe que la ecorregión de Isla de Pascua, que comprende la zona económica exclusiva de Rapa Nui e Islas Sala y Gómez, se encuentra en las aguas más oligotróficas o con bajos contenidos de nutrientes y escasas probabilidades de sostener la vida del Pacífico. Por el contrario, las Desventuradas y el Archipiélago de Juan Fernández están conectadas a las regiones más productivas, en términos de vida natural, en el planeta que son las zonas costeras de Chile asociadas al gran ecosistema de la Corriente de Humboldt. El Dr. Boris Dewitte, oceanógrafo físico de CEAZA y autor principal de la publicación, señala que aún se debe estudiar qué tipo de influencia terminará recibiendo cada región en el futuro, es decir, si las más productivas reducirán su riqueza; o si será a la inversa o se producirá un equilibrio entre ellas.
“Aún debemos evaluar esto con modelos de alta resolución que se están desarrollando. De hecho existe la posibilidad de que en el futuro se generen nuevas zonas o áreas de retención, similares a barreras, que pueden favorecer el desarrollo del ecosistema marino. Además, a pesar de que el océano a nivel global pierde oxígeno, existe la posibilidad de que las zonas de mínima de oxígeno (áreas de las costas oeste de los continentes de la Tierra, con baja presencia de este elemento químico), como la que existe frente a Chile, se oxigenen más por procesos de ventilación de la aguas de superficie, es decir, que el océano pierda oxígeno donde estaba bien oxigenado y se oxigene donde no lo estaba”, explica el investigador.
Falta de oxígeno e información
Uno de los aspectos que preocupa a los científicos es la probabilidad de que el calentamiento global y la pérdida de oxígeno del océano reduzcan el índice metabólico de las especies marinas (el mínimo de oxígeno que necesita un organismo para sobrevivir) bajo su requerimiento básico para una actividad biológica sostenida. En ese escenario, el estudio establece que el océano ya no sostendría el metabolismo aeróbico activo y, por extensión, la persistencia de poblaciones de especies en esos ecosistemas marinos, a largo plazo.
Al respecto, el Dr. Dewitte señala que la desoxigenación tiende a ser más intensa en subsuperficie o bajo la capa superior del océano, entonces las especies bentónicas (del fondo marino), que tienen menos movilidad que las especies pelágicas (de la columna de agua), se verían impactadas por esta situación. En tanto, la subida de la temperatura en la capa superior debería impactar más las especies pelágicas (que viven alejadas de la costa), lo que podría provocar su migración hacia sectores menos cálidos, con el consecuente impacto en la cadena alimenticia y la biodiversidad.
Sin embargo, todavía no es posible determinar con claridad si esto ocurrirá, por la misma falta de información que existe del sector estudiado.
“Aún existen muchas brechas en nuestro conocimiento debido a la falta de datos y variaciones en los modelos climáticos, que sobreestiman la realidad. En este sentido los modelos climáticos usados para predecir el futuro del clima tienen las variaciones más fuertes en la parte oriental del Pacifico, en particular a lo largo de la costa de Perú y Chile”, explica el Dr. Dewitte.
El investigador añade que se necesitan desarrollar modelos de pronóstico a más alta resolución, que permitan ver en detalle lo que ocurre en estos sectores específicos del Pacífico, junto con un sistema de observación más denso (ej: mayor número de boyas en el mar con instrumentos de monitoreo), junto a una mayor cantidad de investigación multidisciplinaria que permita conocer la adaptabilidad de las especies marinas de esa zona a las nuevas condiciones físicas y químicas.
También advierte que es necesario mantener estos esfuerzos durante décadas para poder evaluar la efectividad de los modelos en simular tendencias debidas a los forzantes antropogénicos.
Se debe recordar que Chile mantiene varias áreas marinas protegidas de gran escala alrededor de las islas oceánicas, los parques marinos Nazca-Desventuradas, Motu Motiro Hiva y Mar de Juan Fernández, y el Área Marina Protegida de Múltiples Usos Rapa Nui. Las cuatro áreas de gran escala totalizan más de 1,2 millones de km2 de protección dentro de la zona económica exclusiva. “Los cambios futuros en los ecosistemas son muy importantes para el funcionamiento de las áreas y los objetivos de conservación para los que fueron propuestas”, afirma el Dr. Carlos Gaymer, investigador de la UCN, director del Núcleo Milenio ESMOI y otro de los autores del estudio.
Junto al doctores Dewitte y Gaymer trabajaron en la iniciativa sus colegas Carlos Conejeros (LEGOS, Francia), Marcel Ramos (UCN–ESMOI), Luis Bravo (UCN–ESMOI), Véronique Garçon (LEGOS, Francia), Carolina Parada (UdeC–IMO), Javier Sellanes (UCN–ESMOI), Ariadna Mecho (ESMOI– LSCE), Práxedes Muñoz (UCN–ESMOI).