Así lo muestra un nuevo estudio publicado por el Journal Ecology and Society (t.ly/TQqS), el cual plantea que el éxito de Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB – t.ly/47pP), como la ubicada en el sector norte de bahía Coquimbo, que incluye Caleta San Pedro de La Serena entre otras organizaciones, se atribuye a condiciones locales, tales como el arraigo que tienen los pescadores con su localidad, el apoyo de las mujeres y familia, junto a los entornos ecológicos de la costa de Coquimbo y características del recurso que facilitarían la dispersión larval entre bahías, manteniendo el reclutamiento y producción.
”El recurso permanece en esta AMERB producto de las características de la playa, su capacidad de retención de larvas y también de la conectividad entre esta bahía y las diversas playas que se encuentran en lo que se denomina el ‘Sistema de Bahías de Coquimbo’, es decir, de las playas que se encuentran entre Punta Lengua de Vaca por el sur y Punta de Choros, por el norte”, explica el Dr. Jaime Aburto, académico de la Universidad Católica del Norte (UCN) y autor principal de la publicación.
En contraposición, el científico manifiesta que el principal problema para la mantención de las AMERB de machas en otras partes de Chile ha sido la variabilidad natural del recurso, lo que se traduce en variabilidad de la pesquería. “La variabilidad tiene que ver con un reclutamiento o llegada de semilla al banco, que no es constante ni predecible. La larva de la macha tiene una duración de aproximadamente 30 días en el plancton, por lo que no es posible asegurar que las larvas se asienten en la misma playa donde ocurre la reproducción”, detalla.
Esta AMERB de machas es la única en Chile que se explota sin interrupción durante todo el año; y probablemente, entre todas las AMERB existentes a lo largo del país, una de las pocas que trabaja en forma continua. Proporciona trabajo directo a 400 personas y se estima que durante el periodo 2019-2020 el área generó algo más de 2 mil millones de pesos, basados en un valor promedio de 3.500 pesos el kilo del molusco.
El sector estudiado comprende entre Punta de Teatinos y la zona de playa El Faro Norte. A medio camino entre ambos puntos, se ubica Caleta San Pedro, en cuya organización de macheros participan cerca de 180 personas. Aproximadamente, 40 de ellas son mujeres. La AMERB incluye a los buzos de Caleta Peñuelas, titulares del área, y buzos de Caleta Coquimbo.
Organización y familia
El investigador señala que un factor que pareciera ser importante en la mantención de esta institución y de la tradición es la presencia de mujeres en la organización y la familia.
“De acuerdo a los propios pescadores, la presencia de mujeres en la organización ha sido fundamental para que exista un clima de colaboración y respeto. Las dos variables (organización y familia), asociadas a lo que se conoce como “sense of place” (sentido de lugar), motivaron en el pasado que cada vez que los pescadores migraron volvieran luego a su lugar de origen”, asegura.
Franklin Zepeda, presidente de la Cooperativa de Pescadores San Pedro La Serena, reafirma que el rol de las mujeres y la familia ha sido fundamental para el crecimiento y mantención en el tiempo de la organización. “Esto se ha visto reflejado en la infraestructura y desarrollo que tiene en estos momentos la organización”, declara.
Asimismo, el Dr. Aburto destaca que la organización de la AMERB, al interior del gremio de San Pedro, se coordina en base a comisiones, con diferentes labores. Además, cuentan con dirigentes que tienen alto apoyo desde las bases.
A juicio del presidente de la cooperativa el trabajo organizado ha permitido valorar la actividad de los macheros que se ha desarrollado por generaciones acá en la Caleta San Pedro. De esa forma, se ha conseguido vender el producto a precios justos, con la adecuada valoración del recurso y su sustentabilidad.
“Cuando no estábamos organizados cada persona vendía de forma individual, esto significaba bajos precios y también no se tenía la seguridad del pago. En muchos casos algunos vendían sus machas y nunca les pagaban, cosa que no sucede ahora, ya que como organización vendemos en conjunto y el pago está garantizado”, explica Zepeda.
Caleta San Pedro ha presentado un gran desarrollo a partir del año 2000, cuando se recuperó la pesquería. Tanto así que en la actualidad cuentan con una planta que procesa machas y ofrece servicios a terceros.
“Hemos tenido visitas de muchas organizaciones a nivel país, ya que nosotros le damos valor agregado a nuestras machas, teniendo una planta de proceso. Estas organizaciones han visto como estando organizados y teniendo un fin en común se pueden lograr los objetivos”, asegura Zepeda.
Aprendizajes y dificultades
El estudio destaca que la persistencia de la institución en esa comunidad se ha construido a lo largo de generaciones que han enfrentado perturbaciones de los sistemas socioecológicos. Pero, principalmente, es la permanencia de machas a lo largo del tiempo lo que ha permitido el desarrollo de la institución, con una sólida organización de pescadores, buenos líderes, una división del trabajo entre integrantes, responsabilidades compartidas y distribución equitativa de ingresos.
“Esto es un hallazgo novedoso, considerando que investigaciones anteriores sobre las AMERBs, y otras formas de comanejo, destacan que los éxitos de estos modelos están basados en las políticas de administración de recursos y buenas organizaciones con presencia de liderazgo fuertes. Sin embargo, en esta investigación se resalta que sin la base productiva, en este caso el banco de machas, las instituciones no prosperan y las políticas de manejo fracasan, como se ha demostrado que ha ocurrido en otras AMERBs de machas en Chile”, destaca el científico.
A juicio de los mismos pescadores, dos momentos han marcado la historia de Caleta San Pedro. El primero, la pérdida del banco de machas en el año 1998, producto de las fuertes descargas del Río Elqui, debido a las lluvias provocadas por el evento de El Niño de ese año. “Esto generó la migración masiva de los macheros al sur de la isla de Chiloé, buscando playas donde poder trabajar el recurso”, agrega el Dr. Aburto.
La otra dificultad que menciona el científico es el hecho de perder el acceso al recurso por causa de la misma implementación del sistema de áreas de manejo.
“El sector donde ellos tradicionalmente habían trabajado fue pedido como área de manejo por otra organización (Peñuelas). Por ello perdieron con esto el acceso al recurso. Posteriormente, producto de arreglos entre las organizaciones, los macheros de San Pedro pudieron volver a trabajar en el área. Sin embargo, no son los titulares de dicha área de manejo”, aclara el también integrante del Núcleo Milenio ESMOI (http://www.esmoi.cl/).
La investigación también constató que, de manera paradójica, la misma AMERB ha influido en la disminución de la participación de jóvenes, y en particular de mujeres, en la recolección de machas.
“Los macheros señalan que antiguamente era una tradición que los niños y niñas de la caleta accedieran a la playa a cosechar machas, haciendo que esta actividad se realizara desde muy temprana edad y que paulatinamente se fueran incorporando a la pesquería. El hecho de que hoy sea un AMERB impide que los jóvenes, hombres y mujeres, puedan hacerlo, pues la figura limita el acceso sólo a usuarios legalmente habilitados para participar de la pesquería, con lo cual hay una tradición que se ha ido perdiendo. Lo anterior ha motivado que los propios macheros estén buscando fórmulas para volver a integrar mujeres jóvenes dentro de la organización”, manifiesta Aburto.
En otro ámbito, los pescadores están conscientes de que a futuro se presentan nuevos desafíos que pueden poner a prueba la organización. Entre ellos los efectos del cambio climático.
El Dr. Aburto explica que entre los aspectos que este fenómeno afectaría se encuentran las frecuentes marejadas que deben enfrentar los macheros y que impiden la realización de su actividad de modo normal. Asimismo, problemáticas como la acidificación del océano, producto del exceso de emanaciones industriales de dióxido de carbono a la atmósfera, también podrían tener consecuencias sobre las machas.
“El cambio climático afecta negativamente a la pesquería, pues el aumento de marejadas disminuye la cantidad de días en los cuales se puede realizar la pesca. Además, la presencia de marejadas podría tener efecto negativo sobre el recurso propiciando varazones de este. Por otro lado, los moluscos usan el carbonato de calcio disuelto en el mar para construir y reparar sus conchas. En ese sentido, el proceso de acidificación de los océanos podría tener efectos negativos en la formación y reparación de las conchas de machas”, detalla.
El estudio es parte de los trabajos desarrollados en la línea 5 del proyecto Climate Action Planning (CLAP – t.ly/HloU) del CEAZA “Respuestas Ecológicas y Sociales a la Variabilidad Climática y Eventos Extremos”, donde el Dr. Aburto lidera la tarea llamada “vulnerabilidad socioecológica y capacidad adaptativa”. La iniciativa es financiada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo.
Junto al investigador contribuyeron al estudio sus colegas, doctores Wolfgang Stotz (UCN, Grupo de Ecología y Manejo de Recursos-UCN, CEAZA); Georgina Cundill (International Development Research Centre, Ottawa, Ontario, Canada); y Carlos Tapia (CESSO-Chile).