Un grupo de investigadores de Chile y Estados Unidos comprobaron que el pez Seriolela violacea, conocido comúnmente como cojinoba del norte, presenta adaptaciones fisiológicas que le permiten disminuir su consumo de oxígeno al nadar en condiciones de escasez de ese químico vital en el mar (hipoxia), como ocurre frecuentemente en la Región de Coquimbo en períodos de surgencias marinas; o aguas frías que emergen del fondo del mar cargadas de nutrientes, pero con bajo contenido de oxígeno.
Según el Dr. Claudio Álvarez, uno de los científicos que trabajó en el estudio, indica que es probable que esta especie, que habita entre el sur de Ecuador y norte de Chile, transite durante su ciclo de vida durante zonas de baja concentración de oxígeno. Por esta razón, habrían desarrollado mecanismos para soportar esas condiciones.
“Lo que nosotros observamos en nuestros experimentos es que los peces logran disminuir la captación de oxígeno para sus necesidades básicas, así como también liberar rápidamente a las células encargadas del transporte de oxígeno (eritrocitos). Lo anterior permite que los peces alteren su comportamiento de nado en estas condiciones hasta lograr ‘escapar’ de esas zonas”, asegura.
Baja de oxígeno y potencial comercial
El descubrimiento es de importancia debido a las proyecciones de cambio climático en el océano que potenciarían la baja de oxígeno en el mar. Curiosamente, esas condiciones podrían ser similares a las naturales ocasionadas por la surgencia en la costa de la Región de Coquimbo.
En relación a este mismo tema, el especialista comenta que en el experimento se simularon las condiciones que se observan en las costas de la región, es decir, eventos de baja disponibilidad de oxígeno en el mar, asociados a los constantes ciclos de “surgencia” que otros investigadores del mismo centro científico CEAZA han monitoreado anualmente y cuyos resultados, en valores de oxígeno, fueron utilizados en el trabajo.
“Algunos estudios han revelado que los eventos de surgencia pueden aumentar durante los próximos años, por lo cual identificar a las especies que soportan estos futuros escenarios permitirán a los productores adaptar cultivos acuícolas en la zona”, señala el fisiólogo de peces.
El Dr. Álvarez agrega que el hallazgo toma mayor relevancia debido a que este tipo de pez es uno de los candidatos para producción a pequeña escala o industrial en el Norte Chico de Chile.
“Cojinoba es un recurso marino de interés comercial para la región, por esta razón ya se ha avanzado en desarrollar la acuicultura a pequeña escala. No obstante, la particularidad de esta especie es que es un pez nativo de Chile. Este estudio entrega un respaldo científico acerca de la capacidad de adaptación de esta especie a eventos de baja disponibilidad de oxígeno, los cuales son muy frecuentes en granjas de cultivo en el mar”, explica.
Estudios y peces con similares características
El Dr. Álvarez añade que la cualidad que presenta la cojinoba se daría también en otros peces.
En ese marco, manifiesta que existen trabajos que han determinado la capacidad de tolerancia a hipoxia en especies acuícolas en Europa y Chile, tales como Seriola dumerili (medregal), Seriola lalandi (palometa), Seriola quinqueradiata (medregal japonés). Además, un trabajo previo del mismo equipo de investigación encontró capacidades semejantes en corvina chilena (Cilus gilberti).
“De acuerdo a esos estudios, cojinobas juveniles podrían tener una tolerancia similar a Seriola dumerili y Seriola quinqueradiata, ya que presentan tasas de consumo de oxígeno muy similares cuando se enfrentan a eventos de hipoxia”, plantea el científico.
El Dr. Álvarez asegura que es necesario continuar con futuros estudios que aborden la capacidad de tolerancia de cojinoba a eventos de hipoxia de forma crónica. En ese escenario, recientemente junto a su colega Dra. Claudia Cárcamo (AquaPacífico) se adjudicaron un proyecto del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF Idea I+D), que permitirá conocer los aspectos genéticos detrás de la tolerancia a la hipoxia que poseen estos peces.
El estudio fue desarrollado gracias a la colaboración de los doctores Katherina Brokordt (UCN) y Claudio Álvarez (CEAZA), ambos del laboratorio FIGEMA CEAZA-UCN, en conjunto con los doctores Héctor Flores y Marcia Oliva, del grupo de producción de peces de la Universidad Católica del Norte. Ellos contaron con el asesoramiento del Dr. Peter Allen de la Universidad de Mississippi. Asimismo, los resultados presentados formaron parte de la tesis de pregrado del Ingeniero Acuícola Sebastián Messina (FIGEMA-UCN), autor principal de la publicación, junto con la colaboración del estudiante del doctorado Álvaro Aguirre (Universidad de Valparaíso).
El trabajo fue financiado con recursos del proyecto FONDECYT 11180042 y del proyecto Fortalecimiento al Desarrollo Científico de Centros Regionales 2020-R20F0008-CEAZA.