La semana recién pasada se efectuó un primer muestreo biogeoquímico del mar de la zona, realizado por científicos de diversas instituciones de investigación de Chile y Europa, específicamente en la costa de Guanaqueros, Región de Coquimbo, y Chañaral de Aceituno, Región de Atacama. A través de este trabajo los especialistas esperan generar un inventario detallado de las propiedades del agua que rodea a esta parte del continente. De esta forma, se podrán conocer, con gran exactitud, los valores de la concentración de nutrientes, clorofila, gases con efecto invernadero, abundancia de fitoplancton y zooplancton y una detallada caracterización genética de los microorganismos presentes.
“Se eligieron ambos sitios ya que, por una parte, el sector frente a la costa de Guanaqueros representa condiciones ambientales modelo para poder conocer y comprender los cambios que ocurren en el océano costero, sobre todo en este escenario de crisis climática, en donde ya se están observando modificaciones ambientales que repercuten, por ejemplo, en el sector productivo. En el caso de Chañaral de Aceituno, esta reserva representa un hotspot de diversidad marina, por lo que nos interesa estudiar los procesos básicos que sustentan la presencia de especies como el pingüino de humboldt, las ballenas, delfines y aves”, detalla el Dr. Carlos Henríquez, científico del CEAZA a cargo del muestreo.
El Dr. Henriquez explica que la labor se repetirá en las diferentes estaciones del año y en diversos puntos, lo cual permitirá, en el mediano plazo, estudiar las variaciones de las propiedades del agua a lo largo del año.
“Esta información es fundamental para poder comenzar a entender por ejemplo, la dinámica de los cambios en la concentración de oxígeno y cómo esto puede repercutir en los servicios ecosistémicos de nuestras bahías, como son el turismo la presencia de especies carismáticas, como delfines y ballenas, y en el sector productivo”, asegura.
Muestreos a 500 mt de profundidad
El trabajo de recolectar muestras de agua en el mar se realiza durante al menos un período de 12 horas. Para esto se utiliza una embarcación con un guinche, que permite sumergir los equipos necesarios a profundidades, en este caso, cercanas a los 500 metros y, posteriormente, subirlos para poder realizar las mediciones en laboratorio, las que pueden extenderse por una semana.
“Trabajamos con un equipo que mide múltiples parámetros que se llama CTD por sus siglas en inglés (conductividad, temperatura, profundidad), el que además permite medir la fluorescencia, la radiación solar y la concentración de oxígeno. Este equipo nos da información fundamental para la elección de las profundidades a las cuales se toman las muestras biológicas. Para la toma de muestras biológicas contamos con botellas especiales que se pueden cerrar a la profundidad que uno requiera. Esto permite caracterizar a los organismos que habitan a esa profundidad específica”, agrega Henríquez.
Aporte a la planificación climática
La labor se realiza en el marco del proyecto “Planificación de la Acción Climática” (CLAP) liderado por el centro científico CEAZA, en colaboración con instituciones nacionales y extranjeras. La iniciativa es financiada por la Subdirección de Centros de Excelencia de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo. El proyecto busca aportar a la planificación climática efectiva regional, nacional e internacional.
Según explica el Dr. Henríquez, la información generada gracias a los muestreos viene a responder las preguntas científicas formuladas en la línea de investigación número 2 de la iniciativa, “Acoplamiento Océano-Biogeoquímico”.
“Para este objetivo nosotros estamos caracterizando la composición de la comunidad microbiana y las funciones asociadas a estos microorganismos; en respuesta a la variabilidad en el clima y la aparición de eventos extremos; como lo es la disminución de la concentración de oxígeno en el agua. Además, estamos documentando los principales procesos relacionados al ciclo del nitrógeno, el oxígeno y el carbono. Esta información es fundamental para generar modelos que permitan, en un mediano plazo, predecir las condiciones ambientales en el contexto de crisis climática”, asegura el especialista.
El estudio, liderado y coordinado por el Dr. Henríquez, también recibe la contribución y trabajo de los doctores Alexander Galán (Universidad Católica del Maule-CLAP), Bo Thamdrup (Universidad de Southern, Dinamarca), Victor Aguilera (CEAZA-CLAP) y Dharma Reyes (Universidad Heriot-Watt, Reino Unido). Además, colaboraron el Dr. Ramiro Riquelme (Universidad de Concepción), el Dr. Rodrigo de la Iglesia (Pontificia Universidad Católica de Chile/CLAP) y el Dr. París Lavín (Universidad de Antofagasta/CLAP). Junto a ellos también aportaron la Dra. Praxedes Muñoz (Universidad Católica del Norte/CLAP) y la empresa Advection.