Investigadores revelan cómo era la biodiversidad marina de peces óseos hace millones de años

A diferencia de los peces cartilaginosos (como tiburones y rayas), los peces óseos tienen un esqueleto compuesto principalmente de hueso. Créditos fotografía: SONAPESCA

El investigador del Laboratorio de Paleobiología de CEAZA, Pablo Oyanadel Urbina, explica que cuentan “con columna vertebral y esqueleto interno. Los elementos de este esqueleto se encuentran osificados en distintos grados y pueden tener aletas con radios o hechas de tejido blando”. 

Son un gran grupo. Según datos de Seaworld, los peces óseos o osteíctios representan “aproximadamente el 96% de todas las especies de peces”.

De esto se desprende su relevancia en los ecosistemas marinos, ocupando casi todos los hábitats acuáticos, desde aguas dulces hasta marinas, incluyendo profundidades extremas (pez abisal) y ambientes costeros. Tienen un papel fundamental en las redes alimentarias del océano, siendo presas así como depredadores.

En este sentido, Oyanadel destaca un interesante rasgo de estos peces en estudio y es que “poseen habilidades cognitivas desarrolladas que han sido descubiertas recientemente, indicando un grado de conciencia, respuestas “inteligentes” al entorno, condiciones ambientales y de interacción inter e intra-especie”.

“Viven en el cuerpo de agua y también en los fondos de estos. Tienen una serie de adaptaciones morfológicas y fisiológicas que los hacen sumamente exitosos lo que lo lleva a vivir en la oscuridad y presión extrema de las profundidades de las fosas marinas. Incluso algunos tienen la capacidad de “volar” por sobre el agua”, agrega el especialista.

Entonces, para saber más sobre estos peces, el equipo de investigación planteó la siguiente interrogante (que también es el título de la publicación): ¿Qué sabemos de los peces óseos marinos del Neógeno en Chile?

A la izquierda, el investigador Pablo Oyanadel en el Laboratorio de Paleobiología de CEAZA

Las condiciones ambientales del Neógeno: pistas relevantes para el presente

Este período inició hace 23 millones de años y ha durado hasta hace 2,59 millones de años. “Etimológicamente hablando significa nuevo comienzo, es un espacio de tiempo de la historia natural de la tierra, donde hemos concluido en base a las investigaciones, se comienzan a establecer las condiciones ambientales globales y regionales que conocemos aún”, apunta el investigador de CEAZA. 

De acuerdo a Oyanadel, en el Neógeno la fauna es diferente a la actual, “ocurren eventos geológicos altamente relevantes como el pleno establecimiento de la formación de la cordillera de los andes que comienza millones de años atrás; se termina de cerrar el istmo de Panamá, se establece la corriente de Humboldt y se dan las condiciones climatológicas para la hiperaridización de Atacama lo que crea el desierto más árido del mundo en nuestros días”. 

“La fauna terrestre se ve muy afectada por estos cambios climatológicos y al parecer algunos grupos de animales marinos también, como por ejemplo los tiburones”, agrega.

En este contexto, Oyanadel señaló que se infiere que los peces óseos durante el Neógeno fueron claves en la transferencia de energía y biomasa a las distintas secciones de las redes de tramas tróficas. Además, representaron una fuente importante de alimentación para tiburones, reptiles, aves y mamíferos marinos. Conjeturas que son resultado de la observación del comportamiento actual de estos animales.

“Un ejemplo de ello es los hermosos y grandes eventos donde estos vertebrados se alimentan de grandes cardúmenes de Sardinops sagax”, enfatiza el científico.

Al respecto, el análisis reportó que la Sardinops sagax es la única que se encuentra actualmente en Chile, al comparar las 46 especies fósiles reportadas entre el Neógeno y el presente.

Por último, la investigación indica que “la composición faunística (de los peces) entre el pasado y el presente no difiere significativamente en los distintos niveles taxonómicos (clasificaciones)”.

Reconstrucción Paleoambiental del Neógeno de Coquimbo (2.6 a 12 millones de años antes del presente)

“Claramente a niveles taxonómicos de género y familia se observa este patrón de preservación de los taxones desde el Neógeno. A nivel taxonómico de especie aún no tenemos resultados concluyentes y eso es lo que seguimos investigando. No obstante, a ello, como mencioné anteriormente las habilidades fisiológicas, cognitivas y conductuales de los peces les otorgan características adaptativas enormes, lo que puede estar influenciando su permanencia en el tiempo. Otros factores como los oceanográficos pueden ser los guiadores de esta historia, pero en el proceso de investigación se integrarán para generar resultados más precisos”, precisó Oyanadel.

En cuanto a investigaciones futuras, el investigador declara que aún no se sabe “en qué dirección, presencia y extinción, influenciaron eventos como el establecimiento de la corriente de Humboldt o el surgimiento de las células de surgencia, glaciaciones y desglaciaciones en la presencia de los peces óseos en esta parte del Pacífico. Es por ello, que en CEAZA y el CIAHN, seguimos procesos de investigación que nos ayuden a tener esos valiosos datos e interpretaciones de la historia natural del pasado”.

Este estudio fue publicado en la Revista de Divulgación Paleontológica “Isurus” y llevado a cabo en colaboración con Jaime Villafaña (CEAZA, Universidad Bernardo O’Higgins), Karina Buldrini (Museo Nacional de Historia Natural), Héctor Ramos (CEAZA, Universidad Católica del Norte UCN), Yusse Hernández (CEAZA, UCN), Martín Chávez (Corporación de Investigación para el Desarrollo de la Paleontología e Historia Natural CIANH), Sven Nielsen (Universidad Austral de Chile), Jorge Campos (CEAZA, Therium), Sandra Rebolledo (Universidad Autónoma de Barcelona) y Marcelo Rivadeneira (CEAZA, UCN, Universidad de La Serena).