
Dr. Teodoro Coba de la Peña, investigador del Centro Científico CEAZA
La contaminación del suelo por metales pesados tiene implicancias ambientales, sociales y de salud. Se trata de una situación persistente sobre todo en el norte de Chile, particularmente en aquellas donde convergen actividades mineras, industriales y agrícolas.
Frente a este desafío de descontaminar estos suelos, la fitorremediación es una alternativa sostenible y amigable con el medio ambiente. Este procedimiento consiste en usar plantas con capacidad de tolerar metales pesados, para cultivarlas en las zonas contaminadas y absorber o inmovilizar estas sustancias como: cobre, cadmio, mercurio, plomo o arsénico.
Como Centro Científico CEAZA, hemos dado a conocer los avances de un proyecto que investiga la capacidad de distintas variedades de quínoa (Chenopodium quinoa Willd) para tolerar y acumular metales, específicamente el cobre y el arsénico. Lidero esta investigación, en un contexto donde la búsqueda de soluciones sostenibles es una necesidad urgente, en pleno desarrollo del cambio climático.
El uso de la quínoa en este estudio no es arbitrario. Se trata de una especie originaria de los Andes, con un alto valor nutricional y cultural, adaptada a diversos tipos de estrés abiótico. Su posible aplicación en procesos de fitorremediación tiene ventajas evidentes: es una alternativa de bajo costo, de fácil implementación y representa una oportunidad para vincular producción agrícola con restauración ecológica.
Los primeros resultados muestran que ciertas variedades, en especial aquellas originarias del norte y centro de Chile, presentan una mayor tolerancia a suelos con presencia de cobre. Estos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica Diversity (Bustamante Álvarez et al., 2025). Este hallazgo no sólo tiene valor científico, sino también social, ya que permite proyectar el uso de variedades específicas en zonas afectadas por la actividad extractiva. En todo caso, es necesario realizar estudios adicionales en parcelas para evaluar in situ la capacidad de acumulación y descontaminación de metales pesados de estas variedades y si su grano sería comestible o no.
A pesar de su potencial, la fitorremediación requiere más que evidencia técnica para ser adoptada a gran escala. Es fundamental contar con políticas públicas que impulsen su desarrollo, financiamiento para investigaciones de largo plazo, y una mayor articulación entre ciencia, comunidad y Estado. La recuperación de suelos contaminados no sólo es un desafío ambiental, sino también ético, especialmente cuando se trata de territorios históricamente expuestos a pasivos ambientales sin soluciones concretas.
Esperamos que su potencial sea valorado gracias a la evidencia técnica para impulsar e implementar este método, poniendo a la ciencia al servicio del territorio para solucionar nuestros problemas más complejos. La recuperación de suelos contaminados es indispensable para seguir avanzando hacia el futuro con ambientes sanos y que permitan vivir con un mayor bienestar.