Científicos del CEAZA junto a la comunidad de Tongoy analizan la forma en que eventos climáticos han afectado la pesca y acuicultura local

El cambio climático ya no es una predicción lejana, sino una realidad que golpea con marejadas más intensas, bajas de oxígeno en el agua y alteraciones en las corrientes y los vientos. En la bahía de Tongoy, Región de Coquimbo, el mar no solo define la identidad de sus habitantes, también marca desafíos que enfrentan a diario.

Conscientes de este escenario, pescadores, acuicultores, estudiantes y científicos se reunieron en un taller liderado por el Centro Científico CEAZA, con el objetivo de mirar hacia el pasado para planificar el futuro.

“El Programa de Transferencia de Conocimiento del CEAZA busca generar herramientas y entendimiento sobre la adaptación de los sectores productivos, en particular los que se desenvuelven en la costa, al cambio climático”, explica Pilar Molina, encargada del área en el centro científico.

Para ello, en el Taller de “Entrega de Resultados – Cultivo de Ostión y Eventos ENOS”, realizado por CEAZA en el marco del Proyecto Planificación de la Acción Climática (CLAP), financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), han recogido experiencias de quienes trabajan en la pesca y acuicultura en Tongoy frente a fenómenos climáticos que afectaron el borde costero en el pasado.

El Niño, La Niña, tsunamis, marejadas anormales y terremotos, son parte de las experiencias que se han vivido en Tongoy. Ahora avanzan en diseñar posibles escenarios futuros: ¿qué hacer si llegan marejadas más grandes?, ¿cómo reaccionar ante bajas de oxígeno sostenidas?¿cuáles son los efectos de eventos El Niño y La Niña? y ¿cómo adaptar las actividades económicas ante un evento inesperado?

“El pronóstico nos ayuda a tomar decisiones, pero necesitamos complementarlo con la experiencia de quienes observan el territorio día a día”, agrega Molina.

La adaptación en primera persona

Para los pescadores y acuicultores, el cambio climático ya transformó sus rutinas. “Antes salíamos al mar a las 8 de la mañana, hoy lo hacemos a las 4 o 5, para que no nos pillen los vientos fuertes”, relata Débora García, presidenta de Agua y Pesca Tongoy Mujeres. “Esta vinculación entre ciencia y pescadores nos ha permitido adaptarnos mejor”.

La información entregada por CEAZA también ha sido clave para enfrentar la baja de oxígeno en el mar. “Compartimos los datos por WhatsApp con los acuicultores, para que estén preparados”, cuenta Priscila Aro, presidenta de la Asociación Gremial de Pescadores y Buzos de Tongoy.

Además, las futuras generaciones que trabajarán en el mar ya se están preparando para adaptarse a los desafíos que impone el cambio climático. El Liceo Carmen Rodríguez de Tongoy ha integrado estos conocimientos en su enseñanza técnica. “CEAZA ha participado en talleres con estudiantes y profesores. Ver cómo el cambio climático afecta a toda la cadena de valor del ostión nos permite preparar mejor a los jóvenes”, señala la directora Perla Araya.

“Con apoyo de un hatchery (laboratorio húmedo), los estudiantes aprenden sobre cultivo de semillas de ostión en condiciones controladas, lo que permite repoblar la bahía en momentos críticos”, detalla la directora del establecimiento.

Aprender del pasado para tomar decisiones

Los talleres también incluyeron un componente de investigación académica. Rodrigo Esteves, académico de la Universidad Santo Tomás e investigador del Instituto Milenio de Socioecología Costera, presentó los principales resultados de un estudio basado en narrativas de la comunidad para comprender su capacidad adaptativa.

“En Tongoy existe una alta capacidad de organización, de flexibilidad y de vinculación con el Estado. Eso les ha permitido enfrentar impactos como el tsunami de 2011 o la baja en las tallas del ostión, incorporando incluso innovaciones como el ostión de media concha”, explica Esteves.

El objetivo: que la ciencia no quede en los laboratorios, sino que se traduzca en herramientas concretas para las comunidades costeras. Porque en Tongoy, donde el mar es el sustento, la adaptación al cambio climático se traduce entre, literalmente, la diferencia entre poder salir a pescar o quedarse en tierra.