Dos iniciativas presentadas por el centro científico CEAZA fueron aprobadas por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico en su concurso Postdoctorado 2019. Ambas iniciativas estudiarán las precipitaciones desde distintas dimensiones espaciales, temporales, sociales, entre otras.
Variaciones paleoclimáticas de lluvias altiplánicas
El proyecto liderado por el Dr. Ignacio Jara, integrante del laboratorio de Paleoclimatología del CEAZA, busca entender cómo han variado las lluvias de verano que afectan a la cordillera de las regiones de Tarapacá y Antofagasta a una escala de siglos. Además, intenta entender cuáles fueron sus efectos sobre los ecosistemas altoandinos y las culturas prehispánicas que habitaron estas regiones.
El investigador detalla que trabajarán con registros paleoclimáticos provenientes de lagos y depósitos de roedores fósiles de la cordillera de la región de Tarapacá y Antofagasta.
“Queremos confirmar que los últimos 4 mil años existieron variaciones importantes en los montos de precipitación en la cordillera del Norte Grande. Llevando este análisis a un contexto contingente, las lluvias en el norte de Chile de estas últimas semanas han generado gran interés y preocupación en la población, y en algunos sectores parecieran ser eventos sin precedentes en los registros meteorológicos. Nosotros nos preguntamos, por ejemplo, si estos fenómenos son anómalos en un contexto temporal mucho más largo”.
Por otro lado, la iniciativa buscará evaluar hipótesis sobre el origen y las causas de las variaciones en las precipitaciones de verano. También, si las variaciones paleoclimáticas se expresaron en cambios ambientales de la cordillera y altiplano chileno, y si existe una relación entre estos cambios y las ocupaciones humanas de la prehistoria del norte de Chile. El proxy o representación del clima del pasado que utilizarán para responder estas incógnitas es el polen fósil.
“La parte baja de la cordillera de Tarapacá y Antofagasta es muy seca y casi no tiene plantas. Sin embargo, más arriba en el Altiplano, llueve considerablemente más como para que diversas especies de plantas proliferen allí. Estas plantas altoandinas son verdaderos indicadores de lluvia, y existe evidencia de que bajaron acercándose más al desierto en ciertos períodos, cuando las condiciones fueron más húmedas”, señala el Dr. Jara.
El trabajo se realizará íntegramente en el Laboratorio de Paleoclimatología del CEAZA.
¿Dónde se acumula la nieve y por qué se mantiene en ciertos lugares?
La segunda iniciativa es del Dr. Álvaro Ayala, integrante del Laboratorio de Glaciología del CEAZA. El científico buscará entender cómo la dinámica de la nieve, una de las principales fuentes de recurso hídrico en la zona, influye en la generación de escorrentía o agua discurriendo en regiones montañosas secas, como la cuenca del Río Elqui.
“La idea es estudiar si existen áreas que reciben más precipitación que otras, o si el viento tiende a acumular nieve en ciertos sitios una vez terminada una tormenta, o si hay áreas con más derretimiento y menos sublimación (paso directo del estado sólido al gaseoso); y cómo todas estas áreas aportan agua a los cauces cercanos”, señala.
El Dr. Ayala agrega que finalmente se buscará aplicar lo aprendido sobre la nieve para entender el balance de masa del glaciar Tapado y su aporte a los caudales.
“Nos gustaría entender si las condiciones que definen a las áreas de mayor acumulación nival y contribución hídrica, se replican en el glaciar Tapado, o si el glaciar tiene sus propios procesos que controlan su balance de masa (pérdida o ganancia de nieve y/o hielo en un período determinado)”.
Los experimentos del proyecto se llevarán a cabo en el mismo Tapado, el glaciar blanco más grande de la Región de Coquimbo, junto a otros sitios que serán seleccionados a partir del análisis de imágenes satelitales y de simulaciones computacionales.
Este proyecto trabajará de forma paralela con el grupo de la Dra. Francesca Pellicciotti del Instituto Federal WSL de Suiza, quienes estudiarán regiones similares en los Himalaya.
“El objetivo final es lograr una visión más global del rol de la criósfera en la generación de recursos hídricos en zonas montañosas secas”, plantea Ayala.