Por primera vez en Chile, un grupo de científicos realizó un estudio basado en el análisis de las fecas de las ballenas para conocer más acerca de su alimentación y de esa manera, contribuir a su conservación.
“Es un poco asqueroso, ¿cierto? y a veces huele mal o salen parásitos, pero es una gran fuente de información sobre la salud del animal y su alimentación”, señala la Dra. Susannah Buchan, investigadora del Centro Científico CEAZA y líder del estudio que analizó las muestras fecales de ballenas azules, fin, sei y jorobadas que se alimentan en el Golfo Corcovado e Isla Chañaral.
Se trata de la primera vez que se realiza este tipo de investigación en Chile, ya que hasta el momento, “la información disponible sobre la dieta de estos animales se basa en el registro de observaciones visuales alimentándose de krill, pero había que confirmarlo con este muestreo de fecas. Nosotros identificamos dos presas principales, para las ballenas sei, sería la Munida gregaria, una especie de langostino chiquitito y para las ballenas azules, ballenas fin y las ballenas jorobada es el krill, un pequeño crustáceo”, detalla la oceanógrafa.
Conocer la dieta de las ballenas es importante para proteger a las ballenas y a sus áreas de alimentación. De acuerdo a la Dra. Buchan, “tenemos que saber de qué se están alimentando las ballenas, porque esos son organismos que también debiéramos proteger y si van a ser impactados por el cambio climático o por alguna actividad humana, es importante saberlo para informar a la toma de decisión para la conservación de las ballenas”.
Además, la investigación, recientemente publicada en la revista Marine Mammal Science, contempla a especies con diferentes niveles de vulnerabilidad y resulta vital conocer cómo se ha comportado su población después de la caza comercial, que en Chile se desarrolló hasta la década de los ´80. Las ballenas azules (Balaenoptera musculus) y sei (B. borealis) están clasificadas como en peligro de extinción; las ballenas de aleta (B. physalus) son vulnerables y las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) son clasificadas como de menor preocupación.
Presencia de plástico
En relación a la toma de las muestras fecales, la investigadora destaca que la técnica es simple y el procedimiento no es invasivo para las ballenas. “El animal deja una mancha detrás de ella y no tenemos que acercarnos mucho sino que pasar por donde ella pasó y recoger la pluma fecal. Estamos siempre agradecidos de la muestra que nos deja la ballena y sobre todo después, al momento de recibir los resultados y obtener más información sobre la ballena, eso es lo más emocionante”, relata la Dra. Buchan.
“A veces huele mal, a veces no huele, pero lo que hemos visto que casi siempre es de color rosado porque se están alimentando de krill o de múnida y esas dos especies son de color rosado”, agrega.
De las 21 muestras tomadas, en una se identificaron trozos de plástico mezclados con la materia fecal. “No sabemos cuáles podrían ser los efectos del plástico sobre las ballenas, pero es bastante preocupante porque en este caso, fue una ballena sei de una muestra del sur de Chile, que sacamos en el mar interior de Chiloé donde la actividad acuícola es bastante fuerte y ya se ha documentado bastante el plástico en ese ambiente donde la ballena sei está con problemas de conservación”.
¿Por qué debiera importarnos la caca de las ballenas?
Además de proporcionar información científica a los investigadores, las fecas de las ballenas cumplen un rol fundamental en el medio ambiente. Es por ello que la segunda fase de la presente investigación se enfocará en determinar los nutrientes que posee la caca de estos mamíferos marinos.
“Sabemos que las ballenas fertilizan la superficie del mar y eso es muy importante porque hace crecer el fitoplancton, el fitoplancton absorbe CO2 de la atmósfera y suelta oxígeno, entonces es importante para el cambio climático, para nosotros mismos que respiramos oxígeno y luego también el fitoplancton es comido también por otros animalitos como el krill, que alimenta a un montón de animales, como las ballenas”.
Para hacerse una idea del aporte que realizan estos mamíferos marinos, la investigadora indica que “hay un estudio que estima que una ballena en su vida a través de su rol de fertilización y del almacenamiento de carbono en su cuerpo enorme, puede secuestrar 33 toneladas de carbono en su vida”.
El estudio contó con la participación del Dr. Carlos Olavarría, director ejecutivo del CEAZA, junto a colegas del Centro COPAS Sur-Austral del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción y Caliptopis Consultoría.