El estudio evaluó los cambios que experimenta el chorito (Perumytilus purpuratus) bajo los efectos simultáneos de la acidificación y el calentamiento del océano, junto con la presencia de depredadores.
“En el mundo real las especies no están aisladas, por el contrario deben interactuar con otras especies. Al estudiarlas en conjunto, podemos investigar de mejor manera como éstas responderán a los efectos de estresores asociados al cambio climático”, destaca el Dr. Patricio Manríquez, investigador del Centro Científico CEAZA, quien lideró estudio que abordó de manera simultánea, los efectos de la acidificación y el calentamiento del océano, junto con la presencia de depredadores sobre un molusco marino.
El estudio publicado en Science of the Total Environment, incluyó a tres especies de invertebrados que cohabitan en la zona intermareal rocosa de la costa de Chile, referida a la franja de roqueríos que queda cubierta durante las mareas altas y expuesta al aire durante las mareas bajas. Se trata del mitílido chorito (Perumytilus purpuratus), el cangrejo de los mantos (Acanthocyclus hassleri) y el gasterópodo loco (Concholepas concholepas).
El Dr. Patricio Manríquez, también encargado del Laboratorio de Ecología y Conducta de la Ontogenia Temprana, es enfático al destacar la importancia ecológica de estas especies. “Son muy valiosas porque forman el hábitat de muchos otros organismos marinos. En el caso del chorito, se trata de un bio-ingeniero, ya que sus agrupaciones o mantos generan micro – ambientes donde viven más de 100 especies de invertebrados como el cangrejo de los mantos, que construye galerías dentro de la que se desplazan otros invertebrados móviles. En este ambiente también vive el loco, exclusivo de la costa de Perú y Chile, marisco que da el sustento principalmente a los pescadores artesanales”.
“Estas tres especies cohabitan y además están íntimamente relacionadas en la cadena trófica. El cangrejo posee una gran pinza que le permite triturar los caparazones de los locos y choritos que consume, y el loco posee un pie muscular adecuado para abrir las valvas de los choritos que consume”, detalla el Dr. Manríquez.
En el laboratorio
Luego de ser recolectados desde su ambiente natural en el norte de Chile, los organismos fueron llevados al laboratorio para ser mantenidos en condiciones controladas y contrastantes que simulan la temperatura y pH del mar actuales y futuras, de acuerdo a proyecciones de acidificación y calentamiento del océano.
Asimismo, los ejemplares de choritos (Perumytilus purpuratus), especie objetivo de este estudio, fueron sometidos a la presencia y ausencia de sus depredadores. El Dr. Manríquez explica que “un depredador puede afectar a sus presas directamente consumiéndolas, o sin consumirlas, pero liberando al ambiente señales químicas que las presas perciben. Esto les permite a los choritos ‘olfatear’ el ambiente y desplegar conductas o estrategias para evitar ser consumidos”.
“Para el caso de los choritos, estos deben interactuar y responder a la presencia de sus depredadores destinando energía y desplegando conductas, por ejemplo agregarse, o adoptando morfologías, que podrían ser tamaños más grandes que les permitan escapar o disminuir la eficiencia de sus depredadores”, agrega el científico.
La investigación logró demostrar que ninguno de los tres estresores afectaron significativamente la sobrevivencia de los choritos. El Dr. Manríquez indica que de acuerdo a los resultados obtenidos, en un escenario de cambio climático, “las respuestas a los dos estresores asociados al cambio climático son complejas y que dependiendo del rasgo investigado los efectos pueden ser positivos, negativos o neutros. Además, estos efectos pueden estar modulados por la presencia de sus depredadores. Considerando que los estresores asociados al cambio climático afectan además a los depredadores de los choritos, el cómo responderán los choritos a los tres estresores es aún más complejo”.
Cabe destacar que en la investigación, financiada por el proyecto FONDECYT 1181609, también participaron María Elisa Jara (CEAZA – LECOT), Claudio González (CEAZA – LECOT), Mylene Seguel (CEAZA – LECOT), Paolo Domenici (CNR – IBF); Sue-Ann Watson (Museum of Tropical Queensland y James Cook University), Cristóbal Anguita (UCh), Cristian Duarte (UNAB-CIMARQ) y Katherina Brokordt (FIGEMA – CEAZA).