Las comunidades costeras de caleta San Pedro y Peñuelas, junto a CEAZA, colaboran para entender la variabilidad del océano a fin de contribuir a la adaptación al cambio climático.
El cambio climático avanza. A veces en silencio, a veces con señales evidentes ante nuestros ojos. Y en este contexto, la comunidad científica junto con los sectores públicos y privados, y la sociedad civil, enfocan su esfuerzo y atención en investigar y entender los efectos y los riesgos del cambio climático. Este es el caso de los macheros y macheras de las caletas San Pedro y Peñuelas, quienes colaboran en el proyecto Research Programm in Climate Action Planning (Planificación de la Acción Climática –CLAP-), que está desarrollando el Centro Centífico CEAZA en la Región de Coquimbo.
De esta forma, el conocimiento local de las comunidades costeras se está uniendo con el trabajo de la comunidad científica para indagar en las actuales condiciones oceanográficas de la Bahía de Coquimbo, a fin de monitorear las condiciones del ambiente marino y conocer su eventual incidencia en una especie clave para la actividad productiva de las personas ligadas al mar: la macha.
Aprendizaje conjunto
En este contexto, recientemente, la Asociación Gremial de Pescadores y Buzos de Peñuelas colaboró con investigadoras e investigadores de CEAZA para instalar sensores que medirán oxígeno disuelto, pH y temperatura en dos puntos de la bahía de Coquimbo, escogidos por la misma comunidad de macheros a fin de monitorear el calentamiento, la acidificación y la desoxigenación del océano. Al respecto, Rodrigo Jara, vicepresidente de la Asociación y quien buceó para instalar los sensores, comentó que “ha sido una buena experiencia, pues uno aprende no sólo a sacar mariscos, sino también muchas cosas más con ellos (los y las científicas), sobre la naturaleza y sobre lo que está pasando en el medio ambiente”.
Por su parte, Franco Contreras, director de la Asociación Gremial de Buzos Pescadores de Caleta San Pedro, indica que ellos ya notan los efectos del cambio climático en las marejadas, “antes no se escuchaba ese término, y ahora tienes marejadas más extensas, agresivas y más frecuentes durante el año. También se está perdiendo el área de playa en el litoral, cada vez está más chica y tenemos la posibilidad de inundarnos”.
Tomar decisiones ante los cambios
Jorge Inostroza, técnico del área de investigación oceanográfica de CEAZA, y quien participó de la maniobra submarina, cuenta que los sensores permitirán medir el pH, temperatura y oxígeno disuelto, “parámetros importantes en la columna de agua, específicamente para ver cómo están interactuando o afectando al banco de machas natural de la bahía, el cual está protegido por quienes trabajan acá en Peñuelas”.
¿Y estos datos científicos, cómo podrán ayudar a los pescadores? Al respecto, María Valladares, investigadora de CEAZA, explica que este monitoreo oceanográfico se enmarca en la línea de trabajo con las comunidades del proyecto CLAP, a fin de que la información científica pueda ayudar a las comunidades costeras a la adaptación al cambio climático. “Este monitoreo permite tener datos que van a ayudar a la toma de decisiones que haya que enfrentar sobre los cambios que se puedan producir por el cambio climático, como el aumento de la temperatura del mar, la disminución del oxígeno disuelto y la acidificación del océano, que son amenazas ya presentes en el mundo y que van a ir aumentando con una proyección a 2050-2100”.
Empoderar a las comunidades costeras
El trabajo conjunto de investigadoras, investigadoras y los buzos mariscadores es un punto que destaca la Dra. Laura Ramajo, científica de CEAZA, investigadora principal del proyecto CLAP, quien resalta que el anclaje de los sensores fue codiseñado con los pescadores, quienes también colaboraron en la construcción de la infraestructura necesaria para esta maniobra. “Este trabajo está enmarcado en una línea de investigación del proyecto CLAP que aborda la vulnerabilidad y la capacidad adaptativa de las comunidades, a fin de mejorar el entendimiento de estas personas sobre por qué ocurren varazones o cambios en los bancos de las machas”, añade.
Asimismo, la Dra. Ramajo explica que el trabajo está asociado a un programa más desarrollado que incluye la formación para los pescadores artesanales de Caleta San Pedro y Peñuelas, buscando generar capacidades para una mejor compresión de la la información científica con la que contarán. “Se transferirán capacidades de entendimiento de la variabilidad ambiental del océano, del cambio climático, de las respuestas de los organismos, de cómo funcionan los sensores y cómo se interpretan los datos, a fin de que la comunidad costera se empodere y se conviertan en artífices de este tipo de monitoreo, incluso con otras comunidades pesqueras”.
Finalmente, cabe mencionar que el proyecto CLAP está enfocado en estudiar la sensibilidad de los diferentes componentes de la biosfera, incluyendo la atmósfera, la hidrósfera y los ecosistemas marinos y terrestre; como también, el cambio climático y la variabilidad climática (asociada por ejemplo al fenómeno El Niño o cambios decadales) en el centro norte de Chile. La generación de esta información busca aportar al desarrollo de estrategias de adaptación al cambio climático para una planificación climática efectiva regional, nacional e internacional.