Reciente investigación, en la que participó un investigador del Centro Científico CEAZA, indica que ejemplares de esta especie migrarían hacia el sur de su rango actual de distribución en busca de temperaturas menos elevadas, y por ende, más adecuadas para su sobrevivencia.
El cambio climático ya se manifiesta en Chile y el mundo, y en este escenario, la comunidad científica realiza ingentes esfuerzos por comprenderlo y guiar nuestra adaptación a estas nuevas condiciones. En este contexto, el mar es un vasto hábitat de especial interés, y en donde, recientemente, se desarrolló un estudio sobre la adaptación de un pez que habita en Chile y que tiene especial interés económico y social.
El róbalo patagónico o robalito (Eleginops maclovinus), especie nativa de la costa centro sur de Chile y Argentina, fue el centro de la investigación “Ocean acidification and seasonal temperature extremes combine to impair the thermal physiology of a sub-Antarctic fish”, trabajo en el que participó el investigador del Centro Científico CEAZA, Dr. Patricio Manríquez, y que tuvo como finalidad evaluar, en condiciones controladas de laboratorio, cómo pequeños juveniles de esta especie responden a aumentos estacionales de la temperatura del mar y a cambios del pH (acidificación oceánica), que serán consecuencia del cambio climático.
Importancia de la especie
La especie investigada habita ambientes litorales, estuarios y ríos de Sudamérica. En Chile, se distribuye por el océano Pacifico desde Valparaíso hasta el extremo sur en la Patagonia; mientras que, en Argentina, se distribuye por el Océano Atlántico desde el Golfo San Matías, hasta el Canal Beagle e Islas Malvinas/Falklands.
“En las costas de Chile, los róbalos patagónicos fueron explotados por los primeros asentamientos humanos, y en la actualidad, su extracción forma parte importante del desembarque comercial artesanal, tanto para Chile como para Argentina. Además, en ambos países esta especie es un importante recurso objetivo de la pesca deportiva recreacional”, aclara el Dr. Manríquez.
Asimismo, el investigador explica que el róbalo patagónico es una especie nativa que, además de tener importancia económica y social, “es una especie cuyos pequeños juveniles son posibles de mantener con éxito bajo condiciones de cautiverio, y por ende, constituyen buenos modelos biológicos para realizar experimentos en condiciones controladas de laboratorio”.
Acidificación y temperatura
Para el estudio en laboratorio, que consideró como estresores el aumento de la temperatura y la reducción del pH del agua de mar, se utilizaron ejemplares de peces colectados, en agosto del 2019, en Bahía Golondrina (Ushuaia) en el Canal de Beagle, Argentina. “La investigación concluye que la exposición continua a la acidificación oceánica, en temperaturas altas y características de los meses del verano, limitaría el desempeño térmico de los pequeños juveniles del róbalo”, comenta el Dr. Manríquez.
Bajo estas condiciones, el róbalo patagónico sería una especie vulnerable a futuros aumentos de la temperatura que se predicen en escenarios de cambio climático. “En consecuencia, es esperable que ejemplares de esta especie migren hacia el sur en busca de temperaturas menos elevadas, y por ende, más adecuadas para su sobrevivencia y desempeño”, aclara el científico.
Optimización del cultivo de la especie
¿Y cuáles serían las proyecciones de esta investigación? El Dr. Manríquez explica que, debido a que el róbalo patagónico es una especie nativa y potencialmente cultivable, “los resultados de este estudio pueden ser, además, utilizados para optimizar el desarrollo tecnológico del cultivo de este pez, que incorpore temperatura y pH que optimicen su producción, crecimiento y engorda”.
Finalmente, el investigador de CEAZA subraya que el estudio marca un hito en la investigación de estresores asociados al cambio climático (cambios de pH y temperatura) en Argentina. “Corresponde al primer estudio generado por el primer mesocosmos experimental implementado en dicho país, y un nuevo producto colaborativo de un consorcio de investigación constituido por investigadores de Argentina (CADIC), Chile (CEAZA), Italia (Consorcio Nacional de Investigación, CNR Oristano-Pisa) y Alemania (Universidad de Hamburgo), en el marco de un proyecto financiado por la Red de la Unión Europea, América Latina y los países del Caribe (CLIMAR, ELAC2015/T01-0495).
Cabe mencionar que esta investigación fue liderada por María E. Lattuca (Centro Austral de Investigaciones Científicas, Argentina), Fabián A. Vanella (Centro Austral de Investigaciones Científicas, Argentina), Gabriela Malanga (Universidad de Buenos Aires, Argentina), Maximiliano D. Rubel (Centro Austral de Investigaciones Científicas, Argentina), Patricio Manríquez (Centro científico CEAZA, Chile), Rodrigo Torres (Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia, Chile), Katharina Alter (Royal Netherlands Institute for Sea Research, Países Bajos), Stefano Marras (Istituto per l’Ambiente Marino Costiero, Italia), Myron A. Peck (Royal Netherlands Institute for Sea Research, Países Bajos), Paolo Domenici (Istituto per l’Ambiente Marino Costiero, Italia), Daniel A. Fernández (Centro Austral de Investigaciones Científicas, Argentina).