Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, fecha en la que destacamos las motivaciones y desafíos de una de las tantas científicas que forman parte del Centro Científico CEAZA.
Solothurn (Soleura, en español) es una ciudad pequeña de 2000 años de antigüedad en Suiza, emplazada a los pies de la cadena montañosa Jura (que dio el nombre al Periodo Jurásico). A sólo 80 km al sur se eleva la Cordillera de los Alpes. Allí nació la protagonista de esta historia, la glacióloga del Centro Científico CEAZA, Dra. Simone Schauwecker, quien relata que en su infancia la nieve no siempre fue compañía frecuente en su ciudad.
“Pero cuando había nieve, pasábamos mucho tiempo al aire libre con mis hermanos, mi perrita, mis primos y amigos. Teníamos diferentes sitios preferidos para jugar, pero lo más importante era tener una pendiente suficientemente larga y empinada para tirarnos en trineo”. En medio de ese paisaje, Simone, sin darse cuenta, comenzó sus primeras indagaciones: “No sé si estaba estudiando la nieve, pero inconscientemente, creo que aprendí mucho sobre diferentes tipos de nieve, cristales o el tiempo en la alta montaña”, sostiene.
Nieve y amor por la naturaleza
Pero ese no fue el momento de apasionarse por los glaciares. Tuvieron que pasar 20 años para mirar el hielo con otros ojos.
“Empecé a ir casi todos los fines de semana a la montaña. Cuando uno empieza a subir montañas cada vez más altas en los Alpes, es inevitable cruzar glaciares y me empezó a llamar la atención cómo se forman esas grandes masas de hielo, su dinámica, su historia y futuro”, explica la Dra. Schauwecker.
Como se aprecia, ya se atisbaban las primeras inclinaciones hacia la investigación de la Dra. Schauwecker. Pero la ruta hacia la ciencia aún no estaba sellada, considerando que en su familia no habían vocaciones de esta índole. “En mi familia no hay científicos. Para mis papás siempre fue importante aprender cosas prácticas como arreglar una bicicleta y no sólo enfocarse en la parte intelectual. Lo que sí, con mis papás siempre hablamos de la naturaleza, sobre todo de plantas y animales, y pasábamos mucho tiempo en la naturaleza. También, siempre me han gustado las matemáticas, ordenar ideas, leer y escribir. Sin esas habilidades creo que no habría decidido seguir estudiando”, afirma.
Ser una mujer científica
¿Pero qué significaba ser científica en esos años para Simone? La respuesta aún no era del todo muy clara, pero su interés por el clima, las montañas y los glaciares, sumado a un par de coincidencias en su vida le permitieron hacer un doctorado y trabajar en investigación. “Estudié Ingeniería Ambiental en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Decidí especializarme cuando conocí a una glacióloga que me entusiasmó y me motivó. Con ella hice la tesis de Bachelor y Master, y además, me invitó a una expedición a monitorear glaciares en Nepal. También me ayudó a conseguir una práctica en la Universidad de Chile para un proyecto en Juncal y una cuenca cerca del paso Los Libertadores”.
Como se aprecia, esta historia ya llega a Chile, donde según Simone, todavía hay mucho que descubrir: “en los Andes todavía hay mucho que no sabemos, a pesar de que es esencial entender, por ejemplo, el aporte hídrico de la criósfera (glaciares y nieve) para millones de personas, el ecosistema, la agronomía e industria”, resalta. Entonces, la Dra. Schauwecker se interesa por Chile, y siendo mujer, desarrolla su carrera profesional en esta tierra, en la Región de Coquimbo. ¿Habrá sentido alguna vez diferencias o discriminación de género entre sus pares?
“He pensado mucho en este tema, pero yo creo que no he sentido diferencias o no me di cuenta de que tenía limitaciones”, responde. “Yo siempre he trabajado con supervisores, jefes y colegas que no hacían diferencia entre hombre y mujer. En verdad agradezco mucho a todos los que me han apoyado en mi camino, porque yo sé que para algunas mujeres hay obstáculos y lo han pasado mal o incluso se han alejado de la ciencia”.
En base a esta experiencia, Simone afirma que resulta importante motivar, especialmente a las mujeres, a elegir carreras en ciencias naturales. “Quizás todavía hay mujeres que tienen excelentes habilidades pero dudan si pueden estudiar una carrera científica porque no es una carrera ‘clásica’ para mujeres. Incluso, creo que todavía hay gente que sugiere a mujeres jóvenes de no ir por esos caminos porque no son capaces. Espero que en algunas actividades de difusión podamos motivar a esas personas que quizás solo necesitan un ‘empujón’ o un ‘role model’”.
Divulgar ciencia y conectar con la gente
Además de este empujón, Simone afirma que, como mirada país, es fundamental valorar el aporte de la ciencia, y en algún momento, aumentar la inversión pública en esta materia, para así dar un salto como sociedad. “Chile es el país que menos dinero por PIB gasta en investigación y desarrollo de los 38 miembros de la OCDE, sólo Colombia y México gastaron menos en el año 2019 (https://data.oecd.org/rd/gross-domestic-spending-on-r-d.htm). Si se invirtiera más en investigación y desarrollo, el país tomaría otro camino para el futuro, con otras perspectivas para enfrentar los desafíos que vienen. Es una decisión política, por eso, como científica sólo puedo confirmar que la investigación es clave para nuestro país y la sociedad”.
Finalmente, la glacióloga comenta que en su experiencia divulgando conocimiento, ha notado las ganas de la ciudadanía por aprender y conocer a la comunidad científica. “Me llama la atención que en Chile la gente se interesa mucho por temas científicos, sobre todo en relación con la crisis hídrica. En mi opinión, hay una brecha importante en la demanda de la sociedad por resultados científicos y recursos para financiar líneas de investigación a largo plazo, o no sólo para proyectos de unos pocos años”.
“La divulgación científica es muy importante”, recalca la Dra. Schauwecker, pues allí, en ese diálogo recíproco, hay grandes aprendizajes también para la comunidad investigativa. “Los científicos tienen que compartir sus nuevos conocimientos con la sociedad. Creo que ya pasó la época donde los científicos estaban en sus torres de marfil. Además, nosotros los científicos siempre aprendemos algo hablando con la gente y escuchando sus dudas y preguntas. Nos ayuda a pensar diferente y nos obliga a explicar nuestro trabajo en otras palabras”, puntualiza.