Se trata de dos especies que siguen presentes en nuestro planeta: el pejezorro (Alopias vulpinus) y el tiburón sardinero o tintorera (Lamna nasus), los que vivieron durante el período del Mioceno en Sudamérica, específicamente en la zona de Caldera. Esta información aporta a la comprensión de la fauna marina del norte de Chile y sus cambios a través del tiempo.
“Nuestro estudio confirma por primera vez que ambas especies de tiburones estuvieron ya presentes en nuestra región hace alrededor de 7 millones de años, esto nos ayuda a comprender la historia evolutiva de los peces cartilaginosos. A su vez, nos entrega evidencia de cómo este grupo de peces pudieron permanecer en la región a pesar de todos los intensos cambios oceanográficos, climáticos y tectónicos que han ocurrido en los últimos millones de años”, señala el Dr. Jaime Villafaña, investigador asociado de CEAZA y líder de la investigación.
En cuanto a sus características, el pejezorro así como el tiburón sardinero son peces cartilaginosos (denominación que hace referencia a que su esqueleto es de cartílago, a diferencia de los peces óseos) y pelágicos (lo que significa que están en constante movimiento en la parte superior de la columna de agua, denominada como la zona pelágica). Estas dos especies son también “potentes nadadores, pudiendo regular su temperatura corporal gracias a un sistema circulatorio denominado “rete mirabile” (red maravillosa), lo cual les permite recorrer aguas con diferentes temperaturas”, añade el especialista.
El Dr. Villafaña hace hincapié en que “los tiburones, en especial los grandes depredadores cumplen un rol crucial en los ecosistemas marinos, se consideran estructuradores de comunidades ya que pueden regular la abundancia de las especies que se encuentran debajo de ellos en la cadena trófica. Por lo tanto, si los tiburones tanto en el pasado, presente o futuro desaparecen, esto provocaría un colapso de los ecosistemas marinos”.
Estas son las características de estas especies supervivientes de tiempos prehistóricos, cuyos fósiles fueron recolectados de una colección proveniente de Formación Bahía Inglesa, Caldera. El Dr. Martin Chávez, director científico de la Corporación de Investigación y Avance de la Paleontología e Historia Natural de Atacama (CIAHN Atacama), indica que “el descubrimiento de dientes fósiles del pejezorro y el tiburón sardinero nos demuestran que estas especies no sólo convivieron con los gigantes del pasado, sino que también sobrevivieron hasta nuestros días. Comprender que les permitió a estas especies sobrevivir a los cambios ambientales, puede darnos pistas importantes sobre cómo esos cambios afectaron a otras especies y cómo pueden impactar en el futuro”.
Asimismo, el Licenciado en Ciencias del Mar, Pablo Oyanadel, investigador del PaleoLab, CEAZA y gerente de operaciones de la consultora Therium Servicios Profesionales ltda., expone sobre la relevancia de la colección: “Formación Bahía Inglesa es una de las formaciones más importantes del periodo Neógeno, desde el punto de vista de su capacidad de preservación de restos de vida. Hablamos de que tiene desde plantas hasta grandes mamíferos, pasando por mamíferos terrestres, una abundancia muy grande de tiburones y además peces, lo interesante de esto es que la abundancia nos permite también ver cómo están compuestas estas tramas tróficas complejas que encontramos en la actualidad”.
“Fue depositada en distintos períodos durante aproximadamente 18 millones de años, deja registrado una historia de las transgresiones, las regresiones marinas y el alzamiento costero. También el cambio de clima que ocurre en el desierto de Atacama y se diferencia de otras formaciones porque posee una capa litificada, que está hecha piedra, de una densidad de 2.6 más o menos toneladas por metro cúbico, que contiene hueso y una numerosa cantidad de dientes de tiburón blanco y del primo de esta especie, que es el tiburón mako” complementa.
En este sentido, Karina Buldrini, curadora del área de Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural, destaca “que la identificación de estas dos especies de tiburones fue posible gracias a que estas piezas se encuentran resguardadas en los museos, lo que releva la labor de resguardo patrimonial que tienen estas instituciones, el amplio potencial de información que pueden aportarnos las piezas que custodiamos”.
Sumado a esto, la investigación corresponde a los primeros reportes sobre estos tiburones en el país. “Fósiles del pejezorro habían sido reportados para localidades en Asia, Europa y América, siendo los fósiles de Perú y Venezuela, los más cercanos. Sin embargo, para Chile no se había mencionado su presencia, siendo nuestro estudio el primero que reporta y describe restos de esta especie. En el caso del tiburón sardinero, los fósiles descritos por nosotros, representan el primer reporte y descripción de la especie para el pasado del continente Americano”, apunta el Dr. Jaime Villafaña.
Las claves del período del Neógeno
Este estudio que se tituló “The fossil distribution of two pelagic lamniform sharks species, Alopias vulpinus and Lamna nasus, from South America”, publicado en la revista científica Historical Biology de Reino Unido, se centró específicamente en el período del Neógeno, una división de la escala temporal geológica que pertenece a la Era Cenozoica.
El Dr. Villafaña explica que “el Neógeno es un periodo de tiempo que ocurre entre 23 a 2.6 millones de años y ocurrió mucho tiempo después de la extinción de los dinosaurios y anterior a la aparición de los primeros humanos. Está caracterizado por condiciones climáticas más cálidas a las de hoy en día en nuestro planeta. Este periodo es de mucha importancia, porque podría servir de ejemplo de cómo afectará el cambio climático futuro a las especies que viven en nuestro planeta y ayudar a su conservación”.
Además de las personas mencionadas, el equipo de investigación tuvo a Nicolás Cumplido (Universidad de Chile), Jorge Campos-Medina (CEAZA, THERIUM) y Marcelo Rivadeneira (CEAZA, UCN). El financiamiento del estudio es del proyecto “Registro, embalaje y traslado a Caldera de colección paleontológica custodiada en MNHN” (n° 4650-12-le22) del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural y del proyecto postdoctoral nº 3230610 del Dr. Villafaña.