Se instaló estación experimental de monitoreo de nieve en la cordillera de Broken River y se realizaron talleres sobre tecnologías de monitoreo
Aproximadamente el 80% del agua dulce en los cauces de la región de Coquimbo proviene de la nieve de la alta montaña. A pesar de la importancia de la nieve, aún se cuenta con poca información sobre su cantidad actual debido principalmente a los costos de inversión y operación de los equipos de monitoreo en cordillera.
Por esta razón, el Área Meteorológica y el Laboratorio de Glaciología del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA) junto a la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda) están trabajando en el desarrollo de nuevas tecnologías para el monitoreo de la nieve que permitan expandir la red de monitoreo de cordillera mediante el uso de tecnologías desarrolladas por la institución.
Dicha iniciativa se realiza en el marco del proyecto “Snow water equivalent, snow height and air temperature monitoring network for high mountain prototype based on open hardware development” financiado por el fondo IDE+A de ANID. Cristian Orrego, encargado del Área Meteorológica del CEAZA y director del proyecto detalla que “deseamos iniciar una vinculación del CEAZA con la Universidad de Canterbury, que permita en el futuro cercano hacer proyectos en conjunto y cooperar a nivel de transferencia de capacidades y tecnologías”.
Orrego detalla que durante su visita a Nueva Zelanda “conocimos la cordillera de Broken River, donde hicimos una prospección del lugar con vistas a futuras instalaciones de equipos. Además realizamos dos talleres asociados al desarrollo de tecnologías de monitoreo donde participaron investigadores, técnicos y estudiantes. También aprovechamos de reunirnos con investigadores que tienen experiencia con monitoreo en la Antártica y finalmente dejamos instalado un equipo experimental de monitoreo en las dependencias de la Universidad de Canterbury que mide altura de nieve, temperatura del aire y peso de la nieve que a futuro esperamos se puedan probar en su cordillera”.
Shelley MacDonell, científica asociada al CEAZA y académica de la Universidad de Canterbury plantea que es importante probar los sensores en diferentes ambientes para robustecer sus potencialidades.
“Cada institución tiene diversas fortalezas en conocimiento y este tipo de experiencias permiten compartir ese saber entre los equipos de Chile y de Nueva Zelanda”, asegura la Dra. MacDonell.
En el futuro los equipos planean nuevas iniciativas que mantengan el desarrollo e intercambio de ideas, de capital humano avanzado y tecnologías, junto con mejorar el entendimiento de los procesos que afectan a la nieve y el hielo y sus conexiones con el sistema hidrológico en ambas partes del mundo.
Cabe destacar que en las actividades mencionadas participaron Shelley MacDonell (investigadora asociada de CEAZA y académica de la U. Canterbury), Justin Harrison (Técnico área ciencias Ambientales y de la Tierra, U.Canterbury), Adrián Gallardo (Ingeniero electrónico del proyecto) y Cristian Orrego (encargado del área meteorológica del CEAZA y director del proyecto) junto a diversos investigadores, profesionales y estudiantes que aportaron en los talleres tecnológicos.