En el sector acuícola, que se dedica a la crianza de organismos acuáticos como peces y moluscos, el uso de la genómica supone un beneficio. La integración de tecnologías asociadas a la genética puede optimizar la productividad, mejorar la resistencia a enfermedades y la sostenibilidad de las especies cultivadas.
“Todo el mundo entiende que si uno tiene dos vacas, una da mucha leche y otra da poca. A la hora de seleccionar a una para tener hijos va a ser la que dé más leche”. Con esta analogía, el Dr. Jesús Fernández del Departamento de Mejora Genética Animal del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) en Madrid, explica lo que fundamentalmente busca la genómica.
“Lo que hacemos a partir de utilizar metodologías con genealogías es intentar averiguar no solamente quién parece por fuera mejor, sino quién realmente lleva esa información. Entonces, diría que la genómica, sin entrar en más profundidades, es una herramienta más que me va a permitir ser más preciso todavía en determinar cuál es el individuo que me viene bien utilizar”, apunta.
Y estas ideas son las que se exploraron en el seminario “Usos de la genómica en el estudio y gestión de poblaciones de especies hidrobiológicas”, realizado en el marco del Proyecto FOVI230160 del Laboratorio de Fisiología y Genética Marina (FIGEMA), ejecutado por el Centro Científico CEAZA y la Universidad Católica del Norte (UCN).
Los motivos para incluir las herramientas genómicas
Uno de los desafíos más grandes en la industria acuícola es la gestión de enfermedades que afectan a los organismos cultivados. La cría intensiva en condiciones controladas puede crear un ambiente propenso a la proliferación de patógenos, lo que genera un dilema para criar individuos que sean resistentes y saludables.
De acuerdo al Dr. Fernández, “todo va a depender de cuáles son los verdaderos problemas que tenga la especie. Hay especies en las que, por ejemplo, no se pueden hacer apareamientos dirigidos, tienen que ser apareamientos masales y la única manera de poder hacer una trazabilidad es vía marcadores moleculares. Luego, como tenemos que decidir, el problema que tiene a veces en la acuicultura es que se tienen familias de peces, moluscos o crustáceos muy grandes en las que uno tiene que decidir al final quedarse con muy pocos individuos”.
Y es que, tradicionalmente, se aplicaban métodos de cría selectiva seleccionando los individuos con mejores características. Sin embargo, esto no garantiza resultados en la descendencia de los mismos.
La genómica ha permitido el análisis detallado del material genético (ADN) de los organismos, facilitando la identificación de genes específicos relacionados con características deseables, como el crecimiento rápido, la resistencia a enfermedades y la adaptación a diferentes condiciones ambientales.
El Dr. Santiago Ceballos, investigador de CADIC-CONYCET, Argentina, también colabora con FIGEMA en investigaciones sobre el tema.
El especialista señala que tiene dos ventajas marcadas: por un lado sirve para identificar poblaciones distintas o unidades de manejo que se han diferenciado genéticamente y que por lo tanto requieren un control o un seguimiento de esas poblaciones independientes. Por otro lado, tener esta información genética puede servir para hacer un mejoramiento genético.
“O mejor dicho también una selección de individuos que tengan cierta ventaja o que sean más productivos en algún sentido. Es algo que la humanidad viene haciendo desde siempre pero que ahora podemos hacer con otras herramientas que nos permiten hacer esa selección o ese mejoramiento de una manera más eficiente”, agrega el Dr. Ceballos.
Proyecto FOVI: Cómo apoyar la adaptación de especies acuícolas a las nuevas condiciones climáticas
Frente al cambio climático, los investigadores de FIGEMA, liderados en este proyecto por la Dra. Claudia Cárcamo, investigadora asociada de CEAZA, busca generar redes de colaboración nacionales e internacionales para ayudar al sector acuícola nacional a enfrentar de mejor manera las variaciones oceanográficas en nuestras costas que presentan las costas de Chile. En esta iniciativa, también participan los investigadores asociados al CEAZA, Dra. Valentina Cordova y Dr. William Farias.
“La Palometa (Seriola lalandi) y Cojinoba del Norte (Seriola violacea) son dos especies nativas de Chile que se cultivan aquí en el Departamento de Acuicultura de UCN, y que son especies candidatas para la acuicultura a pequeña y gran escala en el norte. Nosotros, trabajamos en poder identificar individuos que toleran de mejor manera eventos de hipoxia y cómo las herramienta genómicas que nos dieron a conocer los colegas extranjeros las podemos utilizar en seleccionar a aquellos que van a poder soportar mejor estas bajas de oxígeno proyectadas por el cambio climático”, explica el Dr. Claudio Álvarez, del Departamento de Acuicultura de UCN.
En el mismo sentido, las doctoras Katherina Brokordt (académica de UCN) y Claudia Cárcamo trabajan en identificar individuos de ostión del norte y ostras que poseen mayor capacidad de crecimiento y tolerancia a hipoxia.
El cambio climático está afectando los ecosistemas acuáticos, alterando las condiciones de temperatura, salinidad y oxigenación del agua. Estos cambios pueden tener un impacto directo en la salud y productividad de las especies cultivadas. La genómica ha permitido estudiar cómo las especies responden a estos cambios, identificando los genes involucrados en la tolerancia al estrés ambiental. Asimismo, se convierte en una herramienta poderosa para ayudar al sector acuícola chileno a adaptarse a estos nuevos ambientes.