DSC_0866
En la foto parte del equipo del proyecto. De der a izq, Dra. A. Stoll, directora del proyecto, S. Maldonado, F. Araya y C. Saguas, profesionales de la iniciativa.

Uno de los problemas transversales que afecta a la agricultura nacional y regional es la gran cantidad de plagas y enfermedades que pueden dañar la producción y calidad de los alimentos. Hoy el combate a estos problemas se basa principalmente en el uso de plaguicidas químicos del tipo fungicida y herbicida. En el mercado existen diversos tipos que permiten ofrecer una amplia gama de control contra diversas enfermedades y plagas. A pesar que su uso genera un eficiente control debido a su rapidez y absorción, también puede producir una alta tasa de resistencia y aportar a la generación de nuevas plagas.

“Chile importa la mayor parte de sus agroquímicos, incluyendo los plaguicidas. La importación anual de plaguicidas es de alrededor de 42.850 toneladas (2013), que representa un aumento del 60% desde el 2007. Por otro lado, los plaguicidas junto con ser un peligro para la salud de los consumidores, también lo es para quienes manipulan la producción agrícola y para el medio ambiente.”, señala la Dra. Alexandra Stoll, directora del proyecto del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC-R) “Primer Banco Regional de Bioplaguicidas para un control sustentable de fitopatógenos que afectan al sector hortofrutícola característico de las zonas áridas de Chile”.

Dicha iniciativa, que se prolongará por dos años, busca desarrollar métodos sostenibles de manejo de plagas que afectan el sector hortofrutícola de la región. El propósito es disminuir la presencia tanto de pesticidas como bactericidas utilizados en la producción de la zona. “Nuestra idea es potenciar de esta manera la inocuidad y la transición a una agricultura sustentable”, afirma.

Además, se pretende prospectar zonas agrícolas y nativas para seleccionar una colección de biocontroladores, de acuerdo a la diversidad presente en la región, que permitan combatir eficientemente los principales fitopatógenos que afectan al sector hortofrutícola y aminoren el consumo de plaguicidas perjudiciales para la salud y el ambiente.

Adicionalmente, a través de la iniciativa, se proyecta estructurar un Banco Biológico Regional de Bioplaguicidas con la finalidad de generar prototipos adaptados a las condiciones agroclimáticas como un arma natural de control hacia futuras plagas y focos que aquejan al sector agroalimentario de la región.

“Nuestra idea es potenciar de esta manera la inocuidad y la transición a una agricultura sustentable”, afirma la Dra. Stoll.

La especialista detalla que actualmente la aplicación de los compuestos que comúnmente utiliza la agricultura nacional es una interacción netamente química que fuerza a las enfermedades (hongos o bacterias, por ejemplo) a generar resistencia al producto. Añade que aparecen patologías nuevas o más fuertes de lo que se ha observado anteriormente. También muchas veces combaten todo tipo de organismos y no solamente la enfermedad que se busca eliminar.

“La aplicación de estos bioproductos, que pretende generar el proyecto, es sustentable, adaptado a las condiciones microclimáticas de la zona, a diferencia de productos extranjeros. Son ecológicamente compatibles, porque nacen del mismo ecosistema donde se están aplicando y permiten la elaboración de estrategias diferenciales en manejo agrícola”.

Impactos y beneficios

El proyecto busca impactar entre los productores tradicionales, ya que al disminuir su manejo con agroquímicos podrían acceder a nuevos mercados, como el orgánico. En tanto, a los productores orgánicos se les espera proporcionar una alternativa un poco más funcional de la que hoy utilizan en sus cultivos. También los resultados serían de utilidad para planes de reforestación de instituciones como La Corporación Nacional Forestal,  El Ministerio de Agricultura y el Servicio Agrícola Ganadero.

“Estamos planteando hacer una base de datos con las plagas existentes en la región, con antecedentes geográficos. La familia rural agrícola podría favorecer su calidad vida diaria al disminuir su exposición a los agroquímicos y el consumidor que encontraría productos más sanos”.

Aportan al trabajo del proyecto los doctores Luis Castillo (ULS) y Jaime Bravo (asociado CEAZA). También los profesionales Carlas Saguas, Stefanie Maldonado, Francisco Araya, Luis Arancibia (tesista ULS), Ricardo Salvatierra (estudiante doctorado BEA). Administración del proyecto Helda Jeraldo. Las instituciones asociadas son la Secretaria Regional de Agricultura de la Región de Coquimbo, la Sociedad Agrícola del Norte, empresarios agrícolas como Hernán Rivera, Alfonso Jopia y Agrícola Rapel. Apoyan las capacitaciones del equipo científico y de agricultores el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV) y la Universidad Politécnica de Pénjamo, ambas instituciones de México.

Leave a Reply

Your email address will not be published.