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En la foto se ve a algunos de los estudiantes del colegio Leonardo Da Vinci trabajando, en una de las oportunidades en que visitaron las dependencias del CEAZA.

Con mucho interés de los medios, de las autoridades y con entusiasmo de parte de la comunidad del Colegio Leonardo Da Vinci de Coquimbo, se ha recibido el Premio a la Excelencia obtenido por el proyecto de la academia de ciencias de ese establecimiento educacional, dirigida por la profesora Norys Villarroel y representada por las estudiantes Katya Urqueta y Katherine Araya, en el Stockholm Junior Water Prize, efectuado en Suecia.

La iniciativa estudio y utilizó un hongo que convive junto a la especie Deschampsia antarctica (un tipo de pasto que crece en la Antártica), que le confiere adaptación a las condiciones climáticas adversas como lo es la falta de agua. Los alumnos aplicaron este organismo a un tipo de lechugas y en pruebas de laboratorio sometieron a las hortalizas a estrés hídrico similar al sugerido por los modelos para el cambio climático global, donde demostraron que pueden desarrollarse con menos agua de la que habitualmente se les aplica para su crecimiento, sin la presencia del microorganismo.

Este trabajo también obtuvo el 2º lugar en la Feria Estudiantil de Ciencias Antárticas del INACH que permitió a dos de los escolares integrantes de la academia de ciencias conocer la Antártica. El mérito y la dedicación de los estudiantes y la profesora han sido primordiales.

Así lo destacan el Dr. Rómulo Oses y el ingeniero agrónomo Cristian Fardella, ambos parte del Laboratorio de Ecología Terrestre del CEAZA, encabezado por el Dr. Marco Molina-Montenegro, y que apoyó a los jóvenes con conocimiento científico, en la preparación del experimento, mediciones y análisis de los resultados, entre otros detalles. La labor de aislar al hongo se realizó en el marco del proyecto de postdoctorado FONDECYT que lidera el Dr. Oses.

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Dr. Marco Molina-Montenegro, líder del Laboratorio de Ecología Terrestre del CEAZA que aportó al trabajo de los estudiantes del colegio Leonardo Da Vinci.

El Dr. Molina-Montenegro establece que de esta manera se demuestra que se puede hacer ciencia de buen nivel desde regiones y con estrecha colaboración con estudiantes de diferentes niveles.

“Creo que estamos aportando a la formación de capital humano avanzado, pero en las etapas que realmente son importante, a nivel escolar. Espero que este ejemplo sea replicado por otros grupos de investigación y por otros colegios, de esta manera mejorando y aumentando el conocimiento científico básico por un lado, pero buscando soluciones biotecnológicas potenciales para problemas reales”, afirma.

“Me siento muy orgulloso del equipo científico que trabaja conmigo, ya que a través del apoyo a los escolares estamos cumpliendo uno de los roles que tenemos como investigadores en la sociedad, ayudar a mejorar la calidad de vida de los habitantes, y en nuestro caso de los pequeños y medianos agricultores de la región de Coquimbo.”

Caldo de cultivo del interés científico

Según explica el mismo Dr. Oses, para trabajar mutuamente los estudiantes y los integrantes del laboratorio del CEAZA, debieron conocerse, generar confianzas, para luego elaborar el diseño colaborativo, la experiencia propiamente tal, el análisis de datos y la difusión.

“Esto es una demostración de talento local, en el sentido de que junto a los y las alumnas nos respondimos una pregunta que es de primera línea en otras latitudes del mundo, como lo es el estudiar en un escenario de cambio climático, lo que ocurrirá con las plantas y el alimento”.

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A la izquierda, Dr. Rómulo Oses, junto al Ingeniero Cristian Fardella, ambos integrantes del Laboratorio de Ecología Terrestre del CEAZA.

El científico también releva la importancia de las academias científicas escolares, como “caldo de cultivo” del interés y compromiso por el desarrollo de la investigación.

“Si yo fuera un científico en busca de gente comprometida, con potencial para hacer ciencia, iría a buscar a las academias de ciencias de los colegios. Allí es donde se combina talento y épica suficiente para comprometerse con el trabajo … Yo creo que en estas academias existe un semillero de gente que en muchos casos ni siquiera quieren ser científicos, pero tienen el germen de la pregunta bien formulada, de la observación acertada y que pueden configurar una hipótesis”.

Por su parte, Cristian Fardella, explica que para ellos como laboratorio ha sido muy grato compartir con generaciones nuevas y profundizar en temáticas de investigación que hasta ahora parecían confinadas al mundo académico.

“Ellos han tenido una oportunidad que nosotros a su edad probablemente no tuvimos. Eso los prepara muchos mejor en una sociedad que les está dando mayor importancia a la ciencia. Es importante que ellos se sientan partícipes del desarrollo de la investigación y de un centro regional como el CEAZA”, señala el profesional.

En tanto, los alumnos también han manifestado su agradecimiento al aporte que ha significado para su experiencia el apoyo del CEAZA.

“El apoyo del CEAZA es gigante, porque ellos te orientan para que tu proyecto vayan bien enfocado”, afirma Katherine Araya.

La profesora Norys Villarroel plantea que junto con el apoyo teórico facilitado por los investigadores del CEAZA, es significativo el que sus estudiantes pudiesen tener acceso a instalaciones científicas que ningún colegio podría brindar.

Aporte científico de la experiencia

Los integrantes del laboratorio de Ecología Terrestre sostienen que los resultados obtenidos por los adolescentes son “potentes”, porque, si bien, la experiencia tiene una validez de laboratorio, “entrega valiosos antecedentes acerca de como las plantas podrían sobrevivir y tener un mejor desempeño, a pesar de una condición de estrés como la restricción de agua”.

“Eso tiene un tremendo impacto para nosotros, porque se comprueba el potencial de estos microbios útiles y benéficos para la planta … el esfuerzo de los estudiantes corrobora en la práctica una tendencia de resultados que hemos obtenido en el proyecto postdoctoral y proyectos de ciencia antarctica en forma paralela y a distintas escalas” – añade Oses.

Los especialistas esperan proyectar el trabajo estudiantil y el de ellos en una siguiente etapa que sería evaluar en condiciones de campo los resultados obtenidos en el laboratorio.

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