Representantes de diferentes sectores productivos y organizaciones sociales de la bahía de Tongoy, participaron en la segunda versión del Taller “Capital Social de la Bahía Tongoy”, organizado por el Centro Científico CEAZA en el marco del proyecto de Fortalecimiento Territorial “Desarrollo de capacidades y bases tecnológicas para la adaptación al cambio climático en la acuicultura de bivalvos”.
En la oportunidad, el Dr. Bernardo Broitman, investigador CEAZA-MUSELS y director del proyecto de fortalecimiento, expuso algunos de los resultados obtenidos durante el primer año de ejecución de la iniciativa, que, mediante la recopilación de datos y observaciones oceanográficas hechas durante 5 años en la bahía, han permitido entender algunas características de la zona.
Según el investigador, se han logrado establecer los rangos de variación de temperatura y salinidad del agua de mar en Tongoy, con un promedio anual de 34.41 PSU y 14.22 ºC, respectivamente. “Ello nos permite comprender si el agua que se mueve en la bahía tiene un origen más profundo o más somero. Con estos datos recopilados hemos aprendido que en la bahía hay dos tipos de agua; (1) fría, muy salada y con poco oxígeno (de surgencia); y (2) caliente, menos salada y con más oxígeno. Ese es el mundo donde se mueve la producción acuícola en la bahía”, explica.
El monitoreo de las variables da cuenta de un incremento de la temperatura y el oxígeno en las aguas superficiales de la bahía durante años El Niño. En cambio, durante la fase de La Niña, que recién concluye, el oxígeno y la temperatura registraron los valores más bajos observados durante estos 5 años de monitoreo. “Esta gran variabilidad es natural en la bahía, no corresponde a modificaciones asociadas a un escenario de cambio climático, pero en la medida que se aprende qué es normal y qué no, podemos anticipar el futuro”, asegura el Dr. Broitman.
Capital social y adaptación
Durante el taller se hizo el ejercicio de diagnosticar -con los propios actores- el estado actual de redes sociales locales entre los habitantes de Tongoy, tanto horizontales como verticales. Así también se analizaron los espacios de diálogo entre el conocimiento local y científico, y de diversificación en el uso de los recursos. Para ello, la actividad contó con la participación del Dr. Andrés Marín, sociólogo e investigador joven del Núcleo Milenio MUSELS y del centro CEDER, de la Universidad de Los Lagos,
“A partir de la información recogida, la idea es identificar acciones posibles que se puedan impulsar, desde CEAZA, MUSELS y sus aliados estratégicos, para construir capacidad adaptativa ante el cambio climático y los desastres costeros”, puntualiza.
Los humanos viven en un mundo de relaciones sociales y por eso todos cuentan siempre con un cierto capital social. Pero existen distintos niveles de capital social; mientras algunos poseen redes de colaboración frecuentes con actores diversos y a distintas escalas, otros poseen redes más pequeñas y menos desarrolladas.
Para el investigador, lo más importante es tomar conciencia que el capital social y las redes entre los actores de un territorio pueden gestionarse y fortalecerse, de modo de permitir un mejor acceso a la información y los recursos que fluyen por esas redes.
“Las comunidades, el sector público y el sector privado tienen la posibilidad de entender que la coordinación es posible y necesaria para lograr la sustentabilidad en la gestión de los recursos naturales. Cuando existen redes -en un marco de visiones compartidas, reciprocidad y confianza- existe una mayor probabilidad de alcanzar objetivos colectivos. Ese es el beneficio potencial de fortalecer el capital social”, asegura el experto.
Entender los sistemas socioecológicos costeros afectados por desastres ambientales, como tsunamis, marejadas o marea roja, es el principal objetivo del investigador. “Para poder adaptarnos a futuros impactos necesitamos disponer de la mejor ciencia, los mejores datos, la mejor tecnología; pero también tenemos que construir contextos sociales propicios, donde existan redes de colaboración, espacios de aprendizaje e innovación, y opciones de diversificación productiva”, señala.
Añade que “las condiciones cambiantes del clima y los desastres nos ponen en una realidad particularmente dinámica e incierta, y la única forma de adaptarnos es fortaleciendo nuestras capacidades humanas y sociales de hacerlo, y comunicándonos mejor”. Dicho trabajo es financiado por un proyecto FONDECYT que incluye como uno de los casos de estudio a las comunidades dedicadas a la pesca y la acuicultura en la Región de Coquimbo.
Línea de Tiempo
Para el director del proyecto es muy importante el trabajo que se desarrolle en conjunto con la comunidad local, pues permitirá reconstruir una línea de tiempo en la que han estado trabajando donde se están registrando los principales eventos oceanográficos ocurridos en la bahía.
“La reconstrucción de lo que ocurre en la bahía Tongoy, en términos de datos oceanográficos, comenzó el 2013, por tanto, enriquecer esta línea del tiempo permitirá hacernos una idea de cómo va cambiando el mar, esto es relevante pues sólo si entendemos el pasado, podremos mirar el futuro”, sostiene.
El Dr. Broitman explica que están intentando buscar una relación concreta entre cómo fueron los eventos extremos en el pasado y cómo se comporta el mundo ahora, con datos duros tomados por instrumentos oceanográficos de última generación; y tratar de relacionar lo que vio la gente antes con lo que ocurre ahora. “Queremos conocer cuál de esos eventos fueron realmente extremos versus lo que ocurre ahora; ello nos da un margen de posibilidades para ver qué es lo que va a ser extremo y que no”.